Fieles y otros sacerdotes recuerdan al padre Bertoldo como una persona entusiasta y fraterna. Foto: Especial
El 4 de octubre de 2025, el padre Bertoldo Pantaleón, párroco de la Iglesia de San Cristóbal en Mezcala, Guerrero, desapareció cuando se dirigía a una celebración religiosa y, dos días después, fue encontrado sin vida, tras 31 años de vida sacerdotal.
Su desaparición y muerte ha consternado no sólo a su comunidad y al estado de Guerrero, sino a todo México.
Quienes lo conocieron coinciden en que el padre Bertoldo Pantaleón Estrada, mejor conocido como el padre Beto, era un hombre alegre, cercano y profundamente comprometido con su comunidad. Siempre recibía a los fieles con una sonrisa y con palabras de ánimo, especialmente a los seminaristas y jóvenes que encontraban en él un ejemplo de fe viva y servicio generoso.
El padre Gamaliel Villalobos Medina lo recordó como una persona entusiasta y fraterna: “Siempre me recibía con gran ánimo y alegría en Mezcala. Nos duele mucho su partida; como Iglesia debemos responder con amor ante estas situaciones”, expresó durante la Misa que se celebró en su memoria.
Por su parte, el Obispo de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa destacó que el padre Beto fue “un hijo de Dios que dedicó su vida a ayudar a los demás”. Su ministerio sacerdotal se caracterizó por la cercanía con su gente, la sencillez con que vivía su vocación y el profundo amor que tenía por su parroquia de San Cristóbal en Mezcala.
En un video publicado en Facebook en 2019, con motivo de su 25 aniversario sacerdotal, el padre Bertoldo compartió que provenía de una familia numerosa de 11 hermanos, en la que él ocupaba el sexto lugar.
Contó que ingresó al seminario cuando aún cursaba la secundaria. Al principio, su familia no estaba de acuerdo con su decisión; sin embargo, él siguió ese llamado con entusiasmo hasta convertirse, el 2 de julio de 1994, en presbítero.
“La ordenación sacerdotal es un momento que no se puede expresar con palabras. Es un instante muy importante en la vida, porque Dios confirma el llamado que ha hecho en uno para ser consagrado y enviado a anunciar su Palabra”.
En sus primeros años, el padre Bertoldo pensaba que su servicio a Dios duraría poco, quizá unos 10 o 15 años. Pero con el paso del tiempo comprendió que el sacerdocio no era fruto de una decisión personal, sino una misión en la que él solo era un instrumento de Dios.
“A medida que uno va creciendo y trabajando en las parroquias, se da cuenta de que no es uno quien actúa, sino Dios quien va guiando el camino. Creo que la experiencia personal es dejarnos conducir por el Espíritu de Dios”.
También habló de los contrastes de la vida sacerdotal: los momentos de soledad y tristeza, pero también los de alegría y esperanza que nacen de la presencia de Dios.
“En el sacerdocio hay momentos de mucha soledad, amargura y tristeza, pero también muchos de alegría y entusiasmo cuando ves la presencia de Dios en tu vida y en tu familia. Eso te permite seguir adelante, confiando siempre en el Señor”.
Finalmente, el padre Bertoldo dio gracias a Dios por haberle permitido llegar a los 25 años de ministerio, y reconoció el valor de la comunidad de Mezcala, donde ejercía su servicio.
“Hay personas muy buenas, con muchos talentos y virtudes, que pueden ayudar a esta comunidad a salir adelante. Si nos unimos siempre a Dios, Él actúa en nosotros para impulsar el camino del Evangelio”.
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