Esta semana se cumplen 41 años de la primera visita a México de San Juan Pablo II, misma que se realizó del 26 de enero al 1 de febrero de 1979. Este fue el primer viaje internacional de su pontificado, y en él, inauguró los trabajos de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, el 28 de enero, en la ciudad de Puebla.
En este viaje, el Santo Padre estuvo en la Ciudad de México, en Puebla, Guadalajara y Zapopan, Oaxaca y Monterrey. En todo momento, su agenda fue muy apretada ya que pronunció 28 discursos y mensajes, y tuvo reuniones con autoridades gubernamentales, el cuerpo diplomático, con personas de otras religiones, estudiantes, obreros, indígenas, obispos, sacerdotes y seminaristas, además de que presidió eventos masivos al que asistieron muchísimos fieles, e incontables personas formaron vallas a su paso por las calles por donde pasó.
Fue en este viaje, en su visita a la Catedral Metropolitana de México, donde San Juan Pablo II acuñó la frase: “México, siempre fiel”. Un momento memorable fue su asistencia a la Basílica de Guadalupe, que tuvo lugar el 27 de enero.
El Santo Padre, desde antes de que partiera de Roma, ya venía haciendo alusión a la Virgen de Guadalupe, y en sí, todo su peregrinar estuvo encomendado a su materna protección.
En Puebla, hizo alusión a la promoción y defensa de la familia. En Oaxaca habló a indígenas que incluían a numerosos grupos que llegaron de Chiapas, y a ellos dijo: “Mi presencia entre ustedes quiere ser un signo vivo y fehaciente de esta preocupación universal de la Iglesia. El Papa y la Iglesia están con ustedes y aman su maravilloso pasado, los alientan en el presente y esperan tanto para en adelante… gracias campesinos, por su valiosa aportación al bien social. La humanidad les debe mucho.”
A los estudiantes, en una reunión en el Instituto Miguel Ángel, les dijo: “la Iglesia ve en la juventud una enorme fuerza renovadora, que nuestro predecesor, el Papa Juan Pablo I, consideraba como un símbolo de la misma Iglesia, llamada a una constante renovación de sí misma, es decir, a un incesante rejuvenecimiento.”
En el Santuario de Zapopan señaló que “esta piedad popular en México y en toda América Latina, es indisolublemente mariana.”
Después de esta memorable visita, San Juan Pablo realizó cuatro viajes más a México, en 1990, 1993, 1999 y en 2002.
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