Sobre el camino Jesús María, San Luis Potosí, dentro de un pintoresco complejo de antiguas construcciones que aún funcionan como casas de religiosas y religiosos, se encuentra una casona que alberga a una congregación que hoy vive de júbilo: las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, quienes ya se preparan para ver este 4 de mayo, a través de pantallas de computadoras, la beatificación en Basílica de Guadalupe de su fundadora: Concepción Cabrera de Armida, mejor conocida como Conchita Armida.
A la madre María Cristina le habría encantado viajar a la Ciudad de México, asistir al Tepeyac y presenciar tan importante acontecimiento, pero tuvo que quedarse a cargo de esta obra que Conchita Armida dejó como uno de sus principales legados. En entrevista para Desde la fe, la religiosa expresa su contento por este hecho histórico, que presenciará junto a otras hermanas desde la comodidad de dicha casa que por grandes periodos fue habitada por la próxima beata mexicana, ya que era propiedad de su hermano Octaviano.
Señala que la Congregación de las Religiosas de la Cruz vive una gran alegría desde junio del año pasado, en que el Papa Francisco dio la noticia de que Concepción Cabrera de Armida finalmente sería beatificada. “Pero no sólo se trata de vivir con gozo este acontecimiento, sino de asumirlo con mucho compromiso con la cruz de Nuestro Señor, que es lo que nuestra fundadora nos legó”.
La Obra de la Cruz, que además de las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, integra a otras cuatro congregaciones fundadas por ConchitaArmida, hoy se encuentra presente en países como Italia, Costa Rica, España, Japón, Puerto Rico, honduras, Ecuador, Chile, Estados Unidos, Bolivia, Nicaragua, Guatemala, Brasil, República Dominicana, Perú, El Salvador, Alemania, Kenia y Venezuela.
Llena del Espíritu Santo
Por su parte, el padre Efraín Moreno Aguirre, rector del Seminario Guadalupano Josefino, asegura que no sólo las Religiosas de la Cruz están viviendo la próxima beatificación de Conchita Armida como un acontecimiento de gracia, sino todos los habitantes del estado, pues es motivo de orgullo que una mujer laica nativa de San Luis Potosí esté camino a los altares, en virtud de tan fructífera labor, producto de su genuina amistad con Jesús.
“Conchita Armida seguramente vivía llena del Espíritu Santo -señala-; de otra manera, uno no se explica cómo pudo haber escrito tantos textos, tan precisos y tan precioso, sobre el misterio del Verbo Encarnado, con una profundidad que verdaderamente sorprende, más aún tomando en cuenta que ella no estudió Teología ni Filosofía”.
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