Este es un extracto de nuestra revista digital: “San Juan Pablo II, historias que lo convirtieron en el Papa mexicano”. Ayúdanos a sostener la revista “Desde la fe”. Puedes comprarla por solo 10 pesos o suscribirte desde 39 pesos al mes y disfrutar de contenidos únicos. Visita revista.desdelafe.mx Si tienes dudas, manda un WhatsApp al +52 55-7347-0775
“Nos conquistaron su sonrisa, sus palabras de aliento, su sencillez y multitud de detalles que tenía para cada quien. Nos sentimos halagados de ser el primer país de tantos que visitó: con nosotros empezó el “Papa Peregrino” su andar por todo el mundo.
Lo conquistaron nuestra alegría, nuestras porras, la cálida hospitalidad que le brindamos, y nuestro amor por la Virgen de Guadalupe, de quien se enamoró de forma entrañable.
Entre él y nosotros se estableció un cariño tal que siempre sonreía apenas divisaba una bandera mexicana ondeando entre una multitud, o cuando escuchaba nuestros gritos muy mexicanos.
Karol Wojtyla nació polaco, lo sentimos propio y ahora es universal. A cien años de su nacimiento hacemos un breve recuento de las anécdotas que tejen una historia peculiar: la del hombre que predicó a Jesucristo, la del Papa que recorrió el mundo, la del Pastor que se entregó a la Iglesia.
Pero también es la historia del hombre que sentimos cercano –y tanto– que lo mismo un cocinero, un médico, un mariachi o un artesano lo tienen como parte importante de su historia personal, no obstante la brevedad del encuentro.
Sin duda que su enseñanza y testimonio es fundamental para entender al Pontífice del cambio de milenio, al que influyó para que el muro de Berlín cayera o las puertas de Cuba se abrieran al mundo.
Pero ahora queremos saborear la experiencia de tantos hombres y mujeres -de a pie- que tuvieron la suerte de toparse con San Juan Pablo II más allá del altar o de reflectores y cámaras de televisión. Encuentros que perviven, palabras que transformaron, miradas que se atesoran sencillamente porque aquel hombre llegó a ser el “Papa Amigo”, el “Papa Mexicano”.
Estamos ciertos que hay infinidad de anécdotas, y en las que hoy presentamos ciertamente se puede engarzar la que tú -amable lector- conservas con la frescura e intensidad de aquel momento. ¡Vaya!, hasta aquella porra que se escuchó en tono chusco vino a reflejar la emoción popular y lo fugaz del encuentro, que se quedó marcado en el corazón de tantos: ¡Juan Pablo / segundo / te vimos un segundo!
Hoy lo veneramos como un santo cercano a nuestra idiosincrasia, pues se llevó al cielo nuestro ímpetu y emoción, nuestra espontaneidad y nuestras voces; ya puedes imaginarlo desde el cielo tarareando: “Tú eres mi hermano del alma, realmente un amigo”.
Sin duda que las siguientes generaciones seguirán preguntándonos por qué queremos tanto a San Juan Pablo II. En estas historias se entrevén algunas de las tantas razones.Se llevó nuestro ímpetu y emoción, nuestras voces y espontaneidad.”
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