La Iglesia que soñamos nos lanza una y otra vez a evangelizar las culturas de la Ciudad de México. Nos envía a revitalizar el sentido de nuestra Iglesia como discípulos misioneros, a ser fermento en medio de las circunstancias que cada día se nos presentan y a saber volver a los pies del Maestro para beber de la fuente viva y así hacer realidad ese vigoroso proyecto misionero de encarnación, testimonio y diálogo que desde el segundo sínodo diocesano se nos ha motivado a realizar.
Ese gran reto lo compartimos laicos, religiosos y clero, y lo tenemos que vivir en comunión sinodal. Ser y sentirnos Iglesia una, santa, católica y apostólica realizada en esta Iglesia particular de la Ciudad de México bajo la guía de nuestro Pastor. Poner con responsabilidad y generosidad los talentos que Dios nos ha dado para construir juntos la Iglesia.
Nuestro caminar pastoral para 2020 nos pide ser misioneros, evangelizar las culturas de la Ciudad de México.
Esto lo lograremos con dos tipos de estructuras y con dos procesos pastorales principales. Nuestro Arzobispo nos ayuda a distinguir las dos estructuras principales de nuestra pastoral: las de conducción y las de servicio.
Las primeras, las estructuras de conducción, son las responsables de reflexionar, analizar, dirigir la línea específica y acompañar los procesos pastorales. En ellas se encuentran desde los consejos pastorales parroquiales, los consejos parroquiales de asuntos económicos, los consejos decanales, los consejos vicariales, consejo de laicos en el mundo y el consejo de pastoral arquidiocesano; así como las asambleas parroquiales y la asamblea arquidiocesana que Dios mediante podremos celebrar el segundo semestre del 2021.
Por otro lado, las estructuras de servicio son las responsables de hacer realidad cualquier plan pastoral. Son las que viven la pastoral en el día a día, los discípulos misioneros fermento del reino: en la catequesis, los grupos de familia, de jóvenes, en los coros, los ministros extraordinarios de la comunión eucarística, Cáritas, atención a migrantes o de vinculación con el mundo del arte, la ciencia, la política y la empresa. En definitiva, la acción de los discípulos misioneros del Señor. Estas dos estructuras, las de conducción y las de servicio tienen cada una su reto específico. Las primeras deben coordinar la visita pastoral del Arzobispo en vistas a la Asamblea arquidiocesana del 2021; las segundas han de conservar e incrementar el espíritu misionero de nuestra arquidiócesis con una perspectiva de línea de vida, es decir, ser capaces de llevar el mensaje de Cristo, con palabras y obras, a cada persona de nuestra ciudad según su situación, según su cultura, como nos lo pide el ECUCIM.
La Visita Pastoral llevará al Arzobispo a encontrarse con todas las comunidades de nuestra gran urbe, será un momento de gracia para vivir esa comunión sinodal. Unidos como comunidad recibiremos a nuestro Pastor para juntos fortalecer el camino andado y remar mar adentro llenos de la gracia que esta visita siempre nos regala. Para ello el consejo pastoral parroquial y el consejo de asuntos económicos han de organizar sus asambleas parroquiales, y en comunión con los consejos decanales y consejos vicariales coordinar la visita del Arzobispo con sus Obispos auxiliares. El orden de las visitas pastorales y las dinámicas se irán dando a conocer paulatinamente desde las vicarías de pastoral en comunión con las vicarías territoriales.
La Visita Pastoral rumbo a nuestra Asamblea Arquidiocesana del 2021 no detiene la acción pastoral. La Misión Permanente sigue día a día en las parroquias de nuestra ciudad con los miles de grupos pastorales, movimientos, pequeñas comunidades y servicios que se ofrecen. Para impulsar estos procesos evangelizadores y aprovechando toda la vitalidad misionera que desde la gran misión del año 2000 se generó, el próximo año proyectaremos este espíritu misionero en los meses de marzo y octubre. En marzo, la Misión estará dirigida a la familia y en octubre a la juventud; cuidando en ambas la cercanía a los más necesitados, de modo que atendamos a los cuatro destinatarios sinodales: familia, pobres, alejados y jóvenes.
En el año que termina hemos vivido el nacimiento de tres nuevas diócesis para la Ciudad de México; con ellas continuaremos el camino como Provincia. Los Obispos titulares junto con los auxiliares nos marcarán una ruta conjunta que, sin lugar a dudas, será una bendición para nuestra gran metrópoli.
Que el caminar rumbo al 2031-2033 (500 años del acontecimiento guadalupano y 2000 años de la redención) bajo la gracia de la Trinidad y la maternal protección de Nuestra Madre de Guadalupe nos inflamen con el fuego de su amor.
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