Iglesia en México

¿Qué tenía el padre Marcelo Pérez que las multitudes lo seguían?

Si alguien conoció bien al padre Marcelo Pérez, fue el Cardenal Felipe Arizmendi, quien lo ordenó sacerdote en el año 2002, y junto con él recorrió largos caminos al calor de amenas conversaciones sobre la palabra de Dios, en las que, si llegaba a pedirle algún consejo pastoral, era porque estaba dispuesto a cumplirlo con celo cristiano.

El padre Marcelo fue ultimado arteramente durante la mañana del pasado 20 de octubre, luego de celebrar una Santa Misa en el barrio de Cuxtitali, en San Cristóbal de las Casas, sin que aún se sepa razón del cobarde ataque a mano armada. Pero su testimonio de amor y servicio ha quedado en el corazón de su comunidad, de sus amigos, de su familia y, desde luego, del Cardenal Felipe Arizmendi.

Fiel a su fe y a sus raíces

El hoy Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas recuerda la época en que conoció al padre Marcelo Pérez; éste era para entonces un joven seminarista que, como miembro de la etnia tsotsil, presentaba grandes dificultades para hablar el español, de manera que se la pasaba tartamudeando el idioma. Así que, al hacer oración, siempre le decía a Dios: “Señor, si tú me quieres como sacerdote, ayúdame a hablar mejor”.

Y tanta era su fe -señala el Cardenal Felipe Arizmendi-, que pronto mejoró su dicción, su manejo del idioma y su capacidad de compartir la Palabra de Dios con su comunidad. “Al tiempo -comenta el Cardenal en tono de broma-, le tuve que decir: ‘Hablas demasiado, mejor hubieras seguido tartamudo’”.

De manera que el padre Marcelo -apunta el Cardenal – perdió pronto el obstáculo del lenguaje, pero lo que siempre conservó fue el amor por sus raíces, el orgullo de ser tsotsil, pese a que en aquellos tiempos ser indígena significaba ser objeto de hostilidades, pues había mucho racismo y desprecio por los grupos originarios.

El cariño de todo un pueblo

Así como se sentía orgulloso de sus raíces, se sentía comprometido con sus comunidades parroquiales, con las que siempre tuvo cercanía. “Fue por eso que se ganó el cariño de todo el pueblo, por estar siempre a disposición de las personas, tratando de colaborar en la construcción de la paz. Jamás perteneció a ningún partido político, ni siguió ninguna ideología, y menos participaba con grupos radicales. Su lucha era por el respeto y el amor recíproco entre hijos de Dios”.

De manera que para el Cardenal Felipe Arizmendi, el padre Marcelo Pérez, asesinado a tiros el domingo 20 de octubre, hoy es un mártir de la fe, un mártir del servicio a la comunidad y un mártir de las preocupaciones por su pueblo. “Era, lo que se dice, un auténtico hombre de Iglesia, de mucha comunión, de mucho Sagrario, de mucha fe, de mucha oración y de mucho amor a la Virgen de Guadalupe.

El padre Marcelo -dice el Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas- tenía en la vida dos inspiraciones: Jesucristo en primer lugar, y en segundo nuestra Madre del Cielo, la Virgen de Guadalupe. “El era todo un guadalupano. Tenía un gran amor a nuestra Madre porque ella quiso estar aquí entre los pueblos originarios, sobre todo acompañando al marginado pueblo náhuatl”.

Más sacerdotes como el padre Marcelo

El Cardenal Felipe Arizmendi señala que para que haya más pastores que den testimonio de Jesucristo como lo hizo el padre Marcelo, lo primero que se necesita es que conozcan a sus comunidades.

“Yo recuerdo que cuando llegué como párroco a una comunidad otomí -reconoce el Cardenal Arizmendi-, al inicio cometí el error de no involucrarme con ellos, no los conocía, y eso es despreciarlos. Muchas veces se desprecia lo que no se conoce, por eso hay que acercarse a ellos. Después te das cuenta de que si ellos se sienten respetados, queridos y valorados, abren de par en par su corazón”.

Hasta las periferias y más allá…

Para el Cardenal Arizmendi, una de las enseñanzas del padre Marcelo a los sacerdotes, es que es necesario caminar hombro a hombro con la gente, ir al encuentro de todos los hermanos necesitados de Dios, trabajar con ellos, sean creyentes o no.

“De manera que no sólo hay que llegar a las periferias, sino a lo más alejado de las periferias. Tanto de las periferias geográficas como culturales, ya que hay muchos universitarios, científicos, personas de muchos estudios y de mucha tecnología, que sin embargo están lejos de Dios, de la Verdad, de la Luz, de la Paz y del Amor”.

Finalmente, el Cardenal Felipe Arizmendi pidió a las autoridades civiles no sólo esclarecer el asesinato del padre Marcelo Pérez, sino también ocuparse en resolver el problema de la violencia que está desatada en el país, “que busquen caminos para que nuestro país sea un México de paz, para que sea ese México lindo y querido que todos anhelamos, un jardín de paz, y no un infierno de violencia”.

Vladimir Alcántara Flores

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.

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