Los obispos mexicanos, a través de su presidente, el arzobispo Rogelio Cabrera López, se pronunciaron por el levantamiento de la prescripción del delito de abuso sexual, de modo que no se extinga la responsabilidad penal del victimario.
En su tradicional encuentro de Año Nuevo con representantes de los medios de comunicación, el también arzobispo de Monterrey explicó que actualmente este delito prescribe a los 10 años, lo cual calificó de injusto, “porque el mal perdura a lo largo de la vida de aquel que ha sido víctima”.
Cabrera López también detalló que si bien en la Iglesia se han establecido 20 años para la prescripción, a partir de que la víctima haya cumplido la mayoría de edad, el Papa Francisco ha decretado la derogación de dicha norma, por lo que en la práctica el delito de abuso sexual nunca prescribe en la Iglesia Católica.
El Secretario General de Conferencia del Episcopado Mexicano, monseñor Alfonso Miranda Guardiola, dio a conocer mediante la lectura de un comunicado, que en lo que se refiere al clero diocesano, a la fecha se tienen registradas 426 investigaciones sobre sacerdotes, de las cuales 271 han sido por abusos sexual y 155 por otras faltas.
“En total –apuntó– ha habido en estos últimos diez años 426 sacerdotes que han sido investigados. 173 procesos están todavía en curso, 253 han sido completados y 217 sacerdotes han sido dimitidos del orden clerical”.
Entre los avances que ha realizado la Iglesia mexicana en este tema, Guardiola consideró que se ha avanzado en la construcción de las comisiones diocesanas para la protección de menores, siendo 14 las existentes, pero aclaró que en este año otras diócesis concluirán su proceso.
También destacó el hecho de que miembros de las Conferencias de Superiores Mayores de Religiosos de México se han integrado al Consejo Nacional de la Protección del Menor para trabajar de manera conjunta y el aporte del Centro de Protección a Menores a nivel nacional e internacional.
El arzobispo Cabrera se refirió además a las enseñanzas que en este tema le ha dejado la experiencia a la Iglesia Católica, siendo la más importante que las víctimas son primero. “Primero es la víctima y no el victimario”, afirmó.
También señaló la importancia de ofrecer todo el apoyo humano, legal y espiritual a las víctimas, así como desterrar el clericalismo para que los fieles nunca más se pongan de parte del abusador.
Otro enseñanza –abundó– ha sido que los procesos se realicen de manera inmediata, sean claros y expeditos pues los errores se han cometido es por la tardanza en que se han enfrentado los problemas.
“Hemos aprendido también a pedirle a los papás o tutores que presenten la denuncia ante la autoridad civil. En la Iglesia, como institución, estamos obligados a informar a la autoridad, pero no nos toca hacer la denuncia, sino motivar a los papás y tutores a que la hagan”.
Los obispos se pronunciaron por colaborar de todas las formas posibles con la autoridad civil para que se llegue a la verdad, y a ser transparentes ante la sociedad, la opinión pública y la prensa en este tema.
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