El Obispo de la Diócesis de Tula, Hidalgo, Mons. Juan Pedro Juárez Meléndez, encabezó este fin de semana la peregrinación anual de su diócesis a la Basílica de Guadalupe, donde pidió a la Virgen Morena por todas las personas afectadas a causa de la exposición del ducto de Pemex en la comunidad de Tlahuelilpan.
“Hoy venimos tristes y consternados por los acontecimientos del pasado día 18, en la parroquia de San Francisco de Asís en Tlahuelilpan, y en sus alrededores. Pero sabemos que solidarizándonos en la fe, en la oración y en la esperanza, Dios también dará el consuelo a quienes sufren con todas estas cosas.”
Luego dijo: “no podemos seguir conviviendo con el mal y la corrupción; que nuestras familias sean verdaderas escuelas de la fe en las que se aprendan y se vivan los valores humanos y cristianos, y en relación a lo acontecido el día 18, queremos pedirte para aquellos que el Señor ha llamado a su encuentro, te apiades de ellos y les concedas el eterno descanso; por los que se encuentran heridos, suplicamos a Dios su pronto restablecimiento; por los que aún no se encuentran, hacemos votos para que se tengan buenas noticias de ellos.”
El Obispo dijo que desean consagrarse a María y que quieren caminar a su lado: “Tu María elevas a los humillados y olvidados. Danos la sabiduría para que los pobres y excluidos de nuestras comunidades y de manera especial, los que ahora sufren la pérdida de otros hermanos, los podamos impulsar a ser también protagonistas, de manera especial, nuestros niños, adolescentes y jóvenes, llamados a ser los constructores de una nueva civilización del amor y de la esperanza.”
“En María podemos escuchar el corazón de nuestro pueblo Ñañú que palpita y custodia el sentido de Dios y su trascendencia el valor sagrado de la vida el respeto de la creación y la madre tierra, los lazos comunitarios y la solidaridad, la alegría de compartir y la capacidad de ser feliz y hacer fiesta sin condiciones”, dijo.
“Ayúdanos a no caer en los paraísos engañosos y en las promesas ilusorias de un seudo progreso que poco a poco, lo único que logra, es quitarnos nuestra identidad religiosa, cultural y familiar, y vaciar el ayate del tejido vital que ha sostenido a nuestros pueblos. Te suplicamos permanecer en el centro de nuestros hogares como una mujer que camina con la delicadeza y ternura de madre. Quédate con nosotros”, concluyó.
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