Algo similar a la tradición de las posadas navideñas, viven en la realidad las llamadas ‘madres buscadoras’ al tratar de dar con el paradero de sus hijos sin importar cuántos años haya pasado de su desaparición: van tocando puertas, que raramente se abren para ellas, porque las autoridades suelen pecar de indiferencia, y porque la sociedad no tiene ganas de escuchar cosas que la interpelen.
En este contexto de injusticia, las ‘madres buscadoras’ de México -en representación de las casi 120 mil personas registradas como desaparecidas en el país-, acudieron este 16 de diciembre a la Basílica de Guadalupe, donde realizaron una posada, en la que repartieron ‘aguinaldos’, entonaron el canto para pedir posada y partieron piñatas de siete picos, en los que pegaron papelitos con inscripciones relacionadas con los problemas a los que se han enfrentado en la búsqueda de sus familiares.
“Indiferencia”, “apatía social”, “corrupción”, “ineficiencia”, “revictimización”, “injusticia”, “burocracia”, “malos tratos” y “burlas”, fueron algunos de los obstáculos que las ‘madres buscadoras’ escribieron en dichos papelitos, mismos que pegaron en los picos de la piñata, a la que apalearon con todas sus fuerzas en señal de hartazgo.
Al término de la posada, las ‘madres buscadoras’ participaron de una Santa Misa en la Capilla San José de la Basílica de Guadalupe, presidida por monseñor Francisco Javier Acero, Obispo Auxiliar de México, quien les pidió actuar como María cuando extravió a su Hijo, a quien luego de tres días encontró en el Templo: “Había cosas que Ella no entendía, pero las iba guardando en lo más íntimo de su corazón”.
En su homilía, monseñor Francisco Javier Acero señaló que ya son varias las diócesis del país que se han sumado al proyecto de las ‘madres buscadoras’, para seguir orando por ellas, para seguir escuchándolas, para continuar visibilizando su dolor, “para abrazarlas y llorar juntos por la pena que les embarga”.
Respecto a las voces que aseguran que la iniciativa de acompañarlas en su causa, es un ataque de la Iglesia contra determinados sectores políticos, el Obispo Auxiliar de México señaló que la lucha por la dignidad humana no es un tema de ideologías de derecha o de izquierda, sino un tema de Evangelio.
“Aquí no se trata de hacer política -dijo-, sino de actuar como nos dice Jesús. Porque cuando alguien tiene un encuentro personal con Jesús, un encuentro de corazón, ya no puede mantenerse de brazos cruzados, sino que sale a la solidaridad con el hermano, con su dolor, un dolor tan sagrado que no debemos permitir que nadie lo ideologice”.
Asimismo, desde el altar de la Capilla San José, monseñor Francisco Javier Acero llamó a las ‘madres buscadoras’, a los ‘padres buscadores’ y a sus acompañantes, a ser como san José, a tener su valentía creativa, a seguir adelante sin atemorizarse. “San José deja su propia tierra y se va a Egipto, a fin de acompañar María y proteger a Jesús, porque el amor por los hijos es así: dar la vida hasta morir”.
Señaló que san José, además de enseñarnos a ser valientes y creativos, nos enseña a ser padres amorosos y personas amables, “sobre todo en estos tiempos en que la gente suele estar molesta por todo: si sale el sol, porque sale el sol; si hay frío, porque hace frío; si hay niebla, porque no se puede ver”.
Así, invitó a los presentes a recuperar la amabilidad en sus espacios, a actuar con la ternura de nuestra Madre del Cielo, a mirar con el amor con que nos mira Santa María de Guadalupe, a escuchar como Ella, “que escucha su dolor, que está con ustedes cada vez que despiertan y abren los ojos y ven vacío el lugar de aquel hijo”.
Dijo a las ‘madres buscadoras’ que al igual que la Virgen los mira, san José también los mira, “y Jesús los acompaña, está siempre a su lado, aún en los momentos en que no lo sienten: cada vez que vas al Ministerio Público y se ríen de ti, o hablan de ti, o te maltratan. Jesús está ahí, sosteniéndote. Y la fuerza que Él te da, es la que te pone en pie todos los días, la que te impulsa a ir a buscar a tu familiar y a atender también a los que están contigo”.
Al final de la Misa, los asistentes fueron saliendo de la Capilla San José, no sin antes gritar al unísono la consigna que ya se ha vuelto una tradición: “¿Por qué los buscamos?”. “¡Porque los amamos!”. “¿Hasta cuando los buscamos?”. “¡Hasta encontrarlos!”.
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