La Iglesia católica en México trabaja en los centros penitenciarios apoyando espiritual y emocionalmente a la población. Foto Pastoral Penitenciaria APM.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), a través de su Pastoral Penitenciaria y por medio de cada arquidiócesis y diócesis, atiende a los privados de su libertad a través de diversas iniciativas.
Según el Censo Nacional del Sistema Penitenciario Federal y Estatal 2023, actualmente hay una población de 232,230 personas en los 284 centros penitenciarios de todo el país, de los cuales, 217,657 son varones, y 13,073 mujeres.
Un dato relevante es que los sistemas penitenciarios tienen una capacidad para 222,133 personas, por lo que se registra una sobrepoblación del 101.08%.
El Estado de México, en particular, cuenta con una sobrepoblación de 240%, seguido de Durango y Nayarit, con 150 por ciento.
De acuerdo con testimonios publicados en medios locales, el 46.4% de la población de los presos comparte su celda con más de cinco personas.
El padre Raúl Gaitán Zapata es el responsable de la Pastoral Penitenciaria por parte de la CEM. En entrevista para Desde la fe, habla de la encomienda que realiza tres días a la semana en cárceles para varones, y un día a la semana en prisiones para mujeres.
Explicó que a nivel nacional hay 19 provincias eclesiásticas, con cerca de cien diócesis, trabajando en la Pastoral Penitenciaria, con equipos que van desde los tres a los 15 miembros, y que visitan a los presos semanal o quincenalmente.
Estos equipos, en los que participan no sólo sacerdotes, sino incluso el obispo y los fieles laicos, atienden a la gente privada de su libertad, pero también a sus familiares y a quienes laboran en los Centros Penitenciarios: directivos, custodios y los familiares de estos.
El sacerdote Gaitán Zapata, explicó:
Llevamos todo un proceso de formación con ellos. Cada visita que tenemos, la dividimos primero en etapa de formación. Los laicos se encargan de preparar la temática. El sacerdote confiesa, luego tenemos la celebración, después una parte de convivencia, compartimos algún aperitivo con ellos”.
Continuó:
A lo largo del año, hacemos un programa, ya sea de formación para la vida sacramental o un proceso de formación en la fe. Hay programas como el llevar la Palabra de Dios a la persona y vida del privado de libertad. Tenemos oportunidad de formar sacristanes y monaguillos, coros y celebradores dentro de la misma cárcel”, explicó.
Por su parte, Mons. Francisco Javier Acero, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México y responsable de la Pastoral Penitenciaria, en declaraciones para Desde la fe, expresó que ésta “tiene tres momentos: prevenir el delito, acompañamiento en el reclusorio y la reinserción social”.
Desde la Arquidiócesis del cardenal Carlos Aguiar Retes se atienden algunos centros de internamiento juvenil en la zona sur de la Ciudad de México y también un lugar de escucha, junto con la Diócesis de Iztapalapa. Además de los Centros de Reinserción Social del oriente de la ciudad.
Mons. Acero reflexiona: “las situaciones de detención nos tienen que interrogar a todos sobre qué hemos hecho para que la gente atente contra dignidad humana y lo veamos algo normal. Nuestro sistema familiar y social tiene que ayudar a crear una sociedad que trabaje por la fraternidad y la paz”.
Los reclusorios no tienen que ser lugares de indiferencia y de corrupción social. Hemos de atender a aquel que se siente solo y deprimido, rehabilitar desde el amor y el perdón. Debemos volver a preguntarnos, como ciudadanos, si estamos destinando más energías a una educación que invite a una amistad social o a unas libertades malentendidas”, concluyó el Obispo.
El P. Gaitán señaló que, a pesar de ser una labor benevolente, hay que tomar estas prácticas con cautela: “No debemos hacer amistades profundas ni prolongadas. Nosotros vamos a evangelizar, vamos a dar testimonio y no andar preguntando ni escuchando. Hacer oídos sordos a situaciones que a veces son grotescas y que nos pueden poner en peligro, tanto en la estabilidad para asistir a la evangelización como podemos dar lugar a abusos”.
La directora de Confraternidad Carcelaria, Laura Alicia Cano, una Asociación Civil sin fines de lucro constituida en enero de 2004, que busca lograr la rehabilitación de quienes han delinquido y que trabaja de la mano con la Pastoral Penitenciaria, declaró:
“Hacemos un acompañamiento para que, al estilo de San Francisco, evangelicemos sin tener que hablar. Lo que más impacta a la gente es que una persona venga sin interés mayor que acompañarle, estar presente, escucharle, apoyarle. Les hacemos saber que esto es porque Dios nos ha invitado a esta labor”, compartió en entrevista para Desde la fe.
Apoyados por sacerdotes, Confraternidad Carcelaria realiza pláticas para Bautismos, Primeras Comuniones y Confirmaciones; organiza jornadas de confesión y retiros; dota de ropa, víveres y medicamentos.
“Procuramos hacer una interacción entre la sociedad y las personas privadas de libertad. Les pedimos a las personas que les escriban cartas de ánimo; ellos a veces las contestan para que sepan que hay una posibilidad de cambio y que no todo el mundo está en su contra.
Lo que les impacta es eso, que llegue a una persona que deja a su familia, que no tiene otro interés más que el de irlo a ver, entonces ellos se preguntan ‘¿por qué me vienen a ver y por qué creen en mí?’, y eso es lo que logra este cambio maravilloso”, explicó.
Una de esas voluntarias es Maritza Navarro, quien lleva cuatro años realizando misiones carcelarias, principalmente a centros de reinserción femenil. Si bien ha recibido como agradecimiento algunos objetos que las reclusas elaboran en sus talleres de arte, no hay nada como el convivir con ellas en busca de una mejoría en sus vidas.
“Poder platicar y convivir con las mujeres, poderles dar un abrazo y transmitirles un acto de escuchar y de amor, es para ellas un respiro para seguir adelante”, recuerda.
Según el P. Raúl Gaitán Zapata, la Iglesia Católica tiene registrados a dos santos patronos de los presos: Nuestra Señora de la Merced, considerada como Patrona de la Pastoral Penitenciaria, y San Maximiliano Kolbe, fraile franciscano polaco, quien, viviendo en Alemania en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, fue apresado por los nazis y llevado al campo de exterminio de Auschwitz a cambio de no llevarse a un preso que tenía familia.
“Lo encarcelan, condenan a muerte de hambre, pero fue tan fuerte y feliz que lo martirizan, pero no muere, pues su fe es tan grande en Dios y la Virgen, por lo que le ponen una inyección letal”, detalla el sacerdote.
Mientras que para los custodios y demás personal que trabaja en los Centros Penitenciarios, sus santos son los Arcángeles Custodios, quienes, son los designados por Dios para guiar y proteger a las personas.
Cuatro de cada 10 reos reciben su sentencia, según el Censo Nacional del Sistema Penitenciario Federal y Estatal 2023. De un total de población de 232,230 personas, el 39%, de la población no tienen una sentencia, un total de 88.172 presos.
Las mujeres sin sentencia son del 49.3%, mientras que el 38.4% de los hombres no la tienen. Por su parte, 23.653 tienen una sentencia no definitiva; es decir, sólo 111.162 cuentan con sentencia definitiva.
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