Terminó la Visita Pastoral. Fueron intensas jornadas de trabajo, caminatas para conocer los ambientes del territorio de cada parroquia, encuentros con los Consejos Parroquiales de Pastoral, con los jóvenes, y la celebración Eucarística.

Un recorrido intenso y muy gratificante, en el que percibimos la alegría de nuestros fieles al recibirnos y la expresión de una fe viva, presente en los diversos servicios pastorales de las parroquias y de las congregaciones religiosas.

Cientos de encuentros que dejan huella y suscitan la esperanza para colaborar en la edificación de una sociedad humana, solidaria y fraterna.

La pandemia retrasó poco más de un año el inicio de esta Visita Pastoral; sin embargo, de los males también surgen bienes, y uno de ellos fue aprovechar para sanar las heridas y las situaciones difíciles vividas por todos en estos últimos años, y así recuperar el ánimo y la confianza de las relaciones y encuentros presenciales.

También hemos constatado la imperiosa necesidad de la exhortación que san Juan Pablo II lanzó en 1983 ante el cambio de época para promover una nueva evangelización: nueva en su ardor, nueva en su método, y nueva en sus expresiones.

Con este ánimo, mis Obispos Auxiliares y un servidor salimos a las calles de la Ciudad de México para llevar la esperanza a las comunidades parroquiales de una Iglesia Viva y Servidora ante la compleja crisis mundial que, particularmente en occidente, ha propiciado la fractura de la transmisión de la fe cristiana a las nuevas generaciones.

¿Ahora qué sigue?

La siguiente etapa pastoral será de recoger los frutos y darles cauce como Iglesia sinodal, clarificando los desafíos que enfrentamos; descubriendo las oportunidades presentes, priorizando las urgencias, y definiendo los tiempos para llegar a una Asamblea Diocesana de Pastoral que renueve el Plan Diocesano con la visión nacional y continental del Novenario Guadalupano hacia el 2031 y de la Redención hacia el 2033.

Será indispensable la participación de los Consejos Pastorales Parroquiales, que, auxiliados por la metodología de consensos, continuemos los pasos que el Papa Francisco ha indicado para ser una Iglesia Sinodal: escucha recíproca, discernimiento eclesial, y presentación de las propuestas consensadas a la autoridad eclesial correspondiente. En este caminar seguiremos atendiendo los grupos prioritarios: familia, juventud, alejados y pobres.

Así, responderemos a la solicitud del Papa de ser Iglesia en Salida, Misionera, Fraterna y Solidaria, alentados como fieles discípulos de Jesús por la convicción de que “Cristo vive en medio de nosotros”.

¡Gracias!

Presento mi gratitud a Dios por la Visita Pastoral, y a quienes la han hecho posible les agradezco de corazón su importante y noble participación:

A mis Obispos Auxiliares por su caminar incansable.

A todos los sacerdotes, por su esfuerzo y dedicación en prepararse con sus comunidades.

Agentes de pastoral, secretarias, sacristanes, catequistas y colaboradores.

A las comunidades religiosas, que me llenaron de alegría con su testimonio, desde la vida activa o contemplativa.

Escuelas que nos abrieron sus puertas.

A empresarios y comerciantes, que hicieron un espacio en sus actividades para recibirnos.

A las familias que nos dejaron entrar a sus casas.

A quienes nos permitieron poner a sus enfermos en manos de Dios.

A quienes compartieron un alimento con nosotros, una sonrisa, una lágrima, una pena o una alegría.

A quienes nos encontramos en la calle, por abrirnos su corazón, tendernos la mano y acompañarnos.

A los centros de rehabilitación, albergues, hospitales, casas hogar y asilos, por su testimonio.

A los jóvenes por todas sus inquietudes. Ustedes son una de nuestras grandes prioridades pastorales; en ustedes se construye el futuro de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia.

A mis colaboradores, en las Vicarías de Pastoral, de Laicos, del Clero y de la Vida Consagrada, a los Vicarios Territoriales y sus respectivos Decanos, y al Equipo Diocesano de Comunicación y su revista Desde la Fe.

Todos ustedes son la esperanza que agrada a Dios, Nuestro Padre, y son ejemplo de colaboración y trabajo en equipo. Los exhorto a seguir con ánimo y alegría, recordando que no estamos solos, nos acompaña el Espíritu Santo.

Finalmente mi gratitud se extiende a nuestra Santísima Madre, María de Guadalupe, que está presente en todos los rincones de nuestros hogares y de nuestra ciudad. A ella le presentamos en la Casita Sagrada del Tepeyac nuestra gratitud por Su amorosa compañía en este caminar diocesano y nuestra esperanza en el futuro.

¡Cristo Vive!
¡En medio de nosotros!

¡Gracias por 20 meses de caminar juntos!

Cardenal Carlos Aguiar Retes

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