A poco más de un mes de haber tomado posesión como Vicario Episcopal de la II Zona Pastoral de la Arquidiócesis de México, el padre Eloy Díaz considera que tiene de frente una misión que lo reta, que de alguna manera le hace sentir cierto temor, pero que a la vez le brinda esperanza en el sentido de que vendrán cosas positivas para la Iglesia.
Una primera cuestión que observa el padre Eloy Díaz, es que tendrá que cumplir funciones de obispo sin serlo propiamente, lo que, a su consideración, tiene algunas ventajas, como la posibilidad de platicar con los sacerdotes con más libertad, de crear un diálogo más horizontal y de establecer relaciones en las que impere la confianza, “pues el hecho de que no haya una mitra de por medio nos permite entendernos mejor”.
Sin embargo, también encuentra una dificultad en su condición de sacerdote encargado de una Zona Pastoral: las exigencias de la parroquia implican tiempo, por lo que hay que aprender a dividirse entre el oficio parroquial y estar al tanto de las necesidades de un territorio eclesial.
“Para muchos de mis hermanos sacerdotes, los cambios que emprendió el Cardenal Aguiar fueron muy veloces, señala, pero para mí fueron necesarios, pues la sociedad se ha trasformado a gran velocidad con las nuevas tecnologías, y necesitamos cambios a la altura, aunque parezcan bruscos, a fin de poder dar respuesta a las necesidades espirituales que hoy surgen”.
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