“¿Quién podría igualar la carismática imagen de ese hombre loco, santo y profeta?”, se preguntó el P. Francisco Crisanto cuando recibió la noticia en 1999, de que había sido elegido para hacerse cargo de Hogares Providencia A.C. –obra de ayuda a niños en situación de calle–, en sustitución del Padre Chinchachoma, el sacerdote escolapio de pronunciada calva y amarillenta barba, quien entonces acababa de fallecer.
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“Fue algo complicadísimo –refiere el P. Crisanto–; todos estaban esperando que llegara ‘Crisanchoma’. Yo iba a continuar su obra, pero bajo otra dinámica: mi objetivo era poner orden a esa locura que él había creado con tanto amor, establecer procesos de trabajo. La transición fue muy difícil. Incluso hubo cuatro o cinco niños que optaron por el suicidio al comprender que Chincha no estaría más con ellos”.
En 1994, el P. Crisanto comenzó a trabajar con niños de la calle, enganchado por gente de Ednica IAP., y llegó a reunirse con el Padre Chinchachoma para pedirle consejos y ayuda económica. “De los consejos, me dijo: ‘Ponte en manos de Dios, Él te dirá cómo y te dará con qué’. Sobre la ayuda, me contestó: ‘Estás loco, apenas me alcanza para lo mío’”.
Ednica abordó al P. Crisanto de una manera muy astuta. “Me dijeron que les prestara un salón parroquial para concentrar a niños del rumbo de Observatorio. Quedé conmovido cuando llegó el primer grupo: venían sucios, drogados, en mal estado. Después me pidieron un baño, una tele, una videocasetera, y cuando me di cuenta, ya estaba yo medito en el trabajo. Así nació la fundación San Felipe de Jesús”.
El P. Crisanto supo que su misión era el trabajo con niños en situación de calle: “Sentí esa conexión con los más pequeños del Señor. Pensé en las palabras de Jesús: “‘Todo lo que hicieron por estos más pequeños, lo hicieron por mí’”.
Cuando murió el Padre Chinchachoma, el P. Crisanto tenía cinco años de experiencia en el trabajo. “No tardé en renunciar a Hogares Providencia. Opté por hacerme a un lado una vez que reamueblé sedes, arreglé espacios, reabrí centros y dejé todo en orden. Retomé las riendas de la fundación, donde ahora trabajamos más en tareas de prevención, pues ya hay menos niños viviendo en las calles, aunque padecen en sus casas pobreza afectiva, emocional y moral”.
En 20 años, Fundación San Felipe de Jesús ha beneficiado a más de 13 mil niños, jóvenes y adultos en situación de vulnerabilidad. Actualmente, opera bajo tres programas preventivos:
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