En un mensaje dirigido al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y al gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro, el cardenal Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, hizo un llamado al diálogo entre las autoridades de gobierno para que enfrenten unidos los principales problemas del país y de ese estado.
“De nada sirven los exabruptos ni las reacciones intempestivas, sino que se requiere diálogo y acciones concretas, planeadas y realizables. De nada sirve exigirlo todo y como de golpe”. “El trabajo perseverante y honesto es el que da resultados duraderos. El hombre propone y Dios dispone, el hombre planea, pero Dios gobierna la historia. Y nada se sale de su control providente. Por eso, autoridades y ciudadanos, pongamos en las manos del Creador nuestros actos, para que las condiciones de vida mejoren para todos”.
En su mensaje, el Arzobispo de Guadalajara enumeró algunos retos que deberán enfrentar las autoridades que inician su gestión en materia de inseguridad, corrupción, defensa de la vida y la familia, mejores oportunidades para los jóvenes, inseguridad, empleo y medio ambiente.
“Las estrategias de seguridad y combate a la delincuencia, con sus múltiples y trágicas expresiones, no han funcionado. Los ciudadanos de a pie se sienten permanentemente vulnerables, tanto en su integridad física como en sus bienes”. “Esperamos que se ponga especial atención al respecto; que no perdamos la esperanza de llevar una vida cotidiana sin temor. Cuentan, sin duda, con la colaboración del pueblo que los eligió”.
Robles Ortega hizo énfasis en la importancia de proteger la libertad de conciencia y la libertad religiosa, parte fundamental de los derechos humanos. “Esperamos que sean defendidos estos derechos, cual sea su religión o increencia. Falta, para este tema, la ley reglamentaria sobre la libertad religiosa, asunto que se ha ido posponiendo”, puntualizó.
Por último, Robles Ortega resaltó la importancia de que los ciudadanos se involucren en la toma de decisiones de sus comunidades y oren para que los gobernantes sirvan con humildad y amor a su pueblo.
“Así que cada hombre y cada mujer que asume responsabilidades de gobierno debe hacerse dos preguntas: ¿amo a mi pueblo para servirle mejor?, ¿soy humilde para oír las opiniones de los demás, a fin de elegir el mejor camino? Si ellos no se hacen estas preguntas, su gobierno no será bueno”, finalizó.
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