El aire que respiramos no es saludable, de tal manera que cada año, a causa de este problema, mueren alrededor de siete millones de seres humanos y se reducen las expectativas de vida de muchos más, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y es que, “de la contaminación del aire es difícil escapar; no importa cuán ricas sean las personas, todas están expuestas a los contaminantes”, asegura para Desde la fe la doctora Ana Rosa Moreno Sánchez, investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM y ganadora del Premio Nobel de la Paz 2007, como miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas.
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Licenciada en Biología por la UNAM y Maestra en Ciencias en Ecología Humana por la School of Public Health en Houston, Texas, Moreno Sánchez considera que, ante esta realidad, es importante que la población haga conciencia de que la exposición a la contaminación crónica puede causar graves problemas de salud.
Explica que si bien el mayor daño lo sufren quienes viven en zonas con una exposición promedio anual alta, los periodos breves de exposición a altas concentraciones de contaminantes también pueden tener impactos significativos en la salud, pues los contaminantes microscópicos que hay en el aire pueden deslizarse más allá de las defensas del cuerpo, y penetrar en los sistemas respiratorio y circulatorio.
Entre los daños a la salud, la doctora destaca las enfermedades pulmonares (cáncer a largo plazo), pero también las afectaciones al corazón y al cerebro. Detalla: “Aumenta el riesgo de declive cognitivo, los efectos negativos en las habilidades verbales y matemáticas, la demencia; además, tiene resultados adversos en el parto, que incluyen nacimientos prematuros, bajo peso al nacer y defectos de nacimiento. En los últimos años se ha asociado con Alzheimer y diabetes”.
Según el Instituto Nacional de Salud Pública, al año en promedio se registran 21,000 muertes en México a causa de la contaminación ambiental, decesos relacionados sobre todo con enfermedades cardiovasculares y cardiopulmonares, siendo la población mayor a 65 años la más vulnerable.
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Moreno Sánchez explica que los contaminantes surgen principalmente de la quema de combustibles, cuyo origen es diverso; de origen natural, por ejemplo, se tienen los incendios forestales o las erupciones volcánicas; pero también están las fuentes relacionadas con la actividad humana tanto a nivel doméstico como industrial, y por supuesto el transporte.
Pero la contaminación también se produce a partir de la actividad doméstica, por ejemplo, como resultado de los procesos de combustión para la calefacción y la cocina, por fogones, chimeneas y hornos.
La investigadora coincide con la OMS en el sentido de que reducir las cifras promedio de contaminación puede lograr una disminución considerable de la mortalidad a largo plazo, “pero para ello –dijo–se requiere un compromiso muy importante por parte de los gobiernos a nivel federal, estatal y local; pero también el compromiso de todos y cada uno de los mexicanos”.
A continuación te presentamos algunas ideas de lo que puedes hacer para ayudar a reducir la contaminación del aire:
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