El pasado 16 de diciembre, el sacerdote misionero Ángel Luis Lorente recibió el nombramiento de Vicario Episcopal de Laicos en el Mundo para la Arquidiócesis Primada de México, puesto desde el que buscar apoyar a los fieles de todos los ámbitos sociales para que contribuyan a la edificación del Reino de Dios.
El padre Ángel Luis Lorente lleva 31 años como misionero. El sacerdote de origen español ha servido en Cuba, Estados Unidos, Perú y en México donde ya colaboraba previamente en la Vicaría del Laicos en el mundo.
Durante los meses más álgidos de la pandemia de covid-19, y ya como miembro de la vicaría, el padre Lorente junto con miembros del territorio arquidiocesano, repartió despensas para sacerdotes y religiosas que vieron mermados sus recursos.
Así fue el momento de su nombramiento:
En entrevista con Desde la fe habla de la valiosa labor de los laicos, cuáles serán sus principales tareas y agradece la confianza que ha sido depositada en él para el servicio de esta Iglesia local.
Como una gracia de Dios, una confirmación de la vocación a la que fui llamado hace 31 años como sacerdote, y que, de una manera muy particular, también se concreta en este nuevo itinerario, en esta nueva encomienda.
Justo en días pasados, en mi oración, y recordando un poco mi trayectoria sacerdotal encontré en mi recordatorio de ordenación unas frases que representan lo que iba a ser mi ministerio sacerdotal.
Una es un resumen del testamento vital de Jesucristo durante la Última Cena: Que todos sean uno. La otra está tomada de san Juan 4:34: Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra.
Lo único que me queda es agradecer la confianza que me demuestra el Cardenal y los Obispos Auxiliares al depositar en mí esta responsabilidad.
La Arquidiócesis de México está dividida en Vicarías Territoriales, que son 7, y las Vicarías Funcionales que son 4: la Vicaría del Clero, la Vicaría de la Vida Consagrada, la Vicaría de Pastoral y la Vicaría de Laicos en el mundo. Ésta última es la que me corresponder a mí dirigir, coordinar, a partir de este 19 de diciembre.
En la Vicaría de Laicos en el mundo tenemos la función de hacer presente el Evangelio de Jesucristo, la Buena Nueva en todos los ambientes, llevar el Evangelio al hombre. Esa sería la principal tarea que se nos encomienda.
Yo recordaba mucho en mi oración estos días la experiencia de Pablo, quien negó tres veces a Jesús, pero al final no le quedó otro recurso que escuchar Su Palabra y escuchar cuando le decía: Te basta mi gracia, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza.
Me siento muy identificado ahí porque realmente yo creo que esta misión de hacer presente a Dios en todos los ambientes es el mismo reto que san Pablo vivió, sobre todo dar identidad a ese Dios desconocido como él hizo en Grecia; hoy a nosotros nos toca dar a conocer a Jesucristo en el mundo.
El Señor Cardenal Carlos Aguiar Retes me llamó al servicio de esta Vicaría de Laicos en el mundo hace dos años, para hacerme cargo de las parroquias personales, una de las iniciativas que tuvo el Cardenal y que surgió al abrir este abanico de posibilidades que estaba presente en el Código de Derecho Canónico, pero que ha sido poco puesto en práctica.
Generalmente se ejerce la evangelización desde la estructura de la parroquia territorial, pero el Cardenal me llamó precisamente para hacer presente, con una estructura parroquial, el mundo del trabajo.
Yo ya venía trabajando en las empresas, implantando la Doctrina Social de la Iglesia y varias cuestiones empresariales. Es el motivo por el que Don Carlos me llama, pero con la idea de anunciar el Evangelio precisamente en esos ambientes. Y ha sido mi tarea hasta el día de hoy, hacerme cargo de la Comisión de Parroquias Personales, donde también está la Parroquia Militar Castrense, y también estar a cargo de la formación y de la vinculación de la Arquidiócesis de México con el mundo político y empresarial. Esa fue mi tarea en los últimos años.
La entrega la acabamos el año pasado, una vez que el momento crítico pasó y que las parroquias volvieron abrir, entonces los sacerdotes empezaron ya a tener un poco de ingreso a través de las celebraciones de los Sacramentos, y los monasterios también a través de los productos que venden.
Para esa tarea logré coordinar a varias empresas, a varios laicos que tenían capacidad económica para apoyarnos y respondieron a esa necesidad urgente. Las parroquias no tenían un ingreso para enfrentar el covid, era cuestión de solucionar y dar respuesta a lo urgente, que era la alimentación diaria, por eso surgió esta iniciativa que la mantuvimos durante todo el primer año de covid.
También fue una ocasión para expresar la fraternidad entre nosotros los sacerdotes, que el que tiene un poco más puede ayudar al que carece de lo necesario.
Cubríamos toda la Arquidiócesis, en ese momento también Xochimilco, Iztapalapa y todos los monasterios de vida contemplativa. Se repartieron 900 despensas semanales. Un día a la semana hacíamos la recogida en las empresas de los alimentos, se armaban las despensas y se distribuían por Vicarías a todas las parroquias.
Muchas veces me han hecho esa pregunta, y la verdad es que yo no me decantaría por ninguno en especial.
Si algo creo que ha caracterizado mi ministerio es vivir con intensidad el día a día, y aprender de la maravilla de esa presencia viva de Jesucristo en medio de nosotros. No sabría decir cuál ha sido mi mejor momento, siempre ha habido experiencias negativas, pero yo tengo una frase que me ha guiado a lo largo de mi ministerio, suelo decir: Cuando todo me va bien, es señal de que algo estoy haciendo mal.
Si somos seguidores de Cristo, y a Cristo lo colgaron en una cruz, no creo que nosotros tengamos que correr una suerte distinta, es decir, somos signo de contradicción siempre en medio de una sociedad cuando somos testigos de la verdad, pero eso no me ha hecho infeliz jamás.
Yo creo que se ha hecho ya un gran trabajo, ahora relevo al padre Horacio Palacios que deja este cargo de la Vicaría Episcopal de Laicos y ha dejado el listón muy alto y un trabajo bien hecho. Yo recojo la batuta, para guiar los pasos de todos los que estamos ahí trabajando.
Los laicos han hecho un gran trabajo, han hecho siempre un gran trabajo, son la mano de obra bruta de la Iglesia. A veces cuando la gente habla de la Iglesia, se refieren únicamente a los curas y a las religiosas, y nos olvidamos de que la Iglesia somos todos los bautizados. Cada uno tiene que llevar adelante ese Evangelio de Jesucristo, de acuerdo con su condición de vida y a la vocación que han recibido. Incluso en el Matrimonio y en la familia, ayudando a crear verdaderamente una Iglesia doméstica.
¿Falta mucho por hacer? Yo creo que sí, y ese es nuestro gran reto, el saber responder a la demanda que el mundo nos hace hoy, y para eso creo que debemos devolver el protagonismo a los laicos.
El Papa Francisco cuando vino a México hizo una clara denuncia al clericalismo, y considero que con razón, porque a veces hemos sembrado la mentalidad de que ‘si no está el cura, no se hace nada’ y todos tenemos nuestro granito de arena que aportar.
En mi experiencia en estos últimos años trabajando en el mundo empresarial, en la Pastoral Laboral, me doy cuenta que la gente que consideramos alejada de Dios y alejada de la Iglesia, tiene un hambre de Dios tremendo.
Y si algo nos falta hoy en día, no solo en la Arquidiócesis de México, pues es un factor internacional es volvernos verdaderamente testigos de Jesucristo, y para eso lo importante es el testimonio de vida que damos. Recuerdo siempre una frase de san Francisco de Asís, que decía a sus hermanos cuando los enviaban a misión: “Vayan, evangelicen, y si es necesario, hablen”. Yo creo que el laico tiene una labor testimonial que hacer en todos los ambientes, impresionante y muy necesaria.
Gracias por la oportunidad. Sobre todo mi agradecimiento al Señor Cardenal, por esa confianza que ha depositado hoy en mí, y mi agradecimiento también a los obispos auxiliares, de una manera especial a monseñor Héctor Mario con quien trabajo directamente.
A los integrantes de la vicaría de Laicos en el mundo y a los obispos: a monseñor Carlos Samaniego, a monseñor Luis Manuel Pérez Raygoza, a monseñor Salvador González, a monseñor Andrés Luis Jasso.
Agradecer a mis padres, que habrán vivido esta celebración desde el Cielo. Mi vocación se las debo en gran parte a ellos, que fueron sembrando en mí a lo largo de los años esos valores humanos y esas virtudes cristianas que se concretaron después en el sacerdocio.
Agradecer a mis hermanos en el sacerdocio, a los que desde aquí les envío este mensaje de disponibilidad, de servicio, para todo aquello que deseen y necesiten de la Vicaría de Laicos, yo soy muy consciente de que estoy aquí para servir.
Y a los fieles laicos, a quien la Iglesia me encomienda hoy de una manera especial, hay un gran reto y tareas por hacer. Sobre todo, en este momento lo que me queda es agradecer y encomendarme mucho a la oración de todos para poder ser fiel y cumplir con esta responsabilidad que se me encomienda. Gracias a Dios por este momento de vida.
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