“A María de la Concepción Cabrera de Armida, sus nietos la llaman ‘Mane’, sus hijos espirituales la llamamos ‘Nuestra Madre’. Desde hoy, llenos de orgullo y gratitud, todos podemos llamarla ‘Beata’”.
Estas fueron las últimas palabras que se escucharon en las bocinas de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe tras concluir la Misa de beatificación de Concepción Cabrera, la nueva beata mexicana, cuya espiritualidad centrada en la Cruz ha llegado, a través de distintas obras, a gran parte del mundo.
Alrededor de 12 mil personas devotas de Concepción Cabrera o pertenecientes a la Familia de la Cruz –compuesta tanto de religiosos como de laicos– acudieron al mediodía de este sábado para participar de la beatificación, que fue presidida por Cardenal Ángelo Becciu, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos y representante del Papa Francisco.
Perla, por ejemplo, pertenece al Apostolado de la Cruz Jóvenes, y viajó junto con otras chicas desde el estado de Durango para estar presente en la ceremonia; sin embargo, debido a la cantidad de personas, no logró entrar a la Basílica de Guadalupe. Pese a ello, la joven no perdió el entusiasmo, pues Concepción Cabrera –dice– le ha enseñado a centrar su vida en la Cruz, “que significa sacrificio, pero sobre todo amor y alegría”.
Saúl forma parte del movimiento Círculo del Espíritu Santo y de la Cruz, y junto con otros 12 jóvenes viajó desde Mexicali, Baja California. Tampoco se querían perder este momento: “Para nosotros, Concepción es un ejemplo a seguir. Lo que más me gusta de ella fue su vida en familia, porque actualmente necesitamos de familias santas”, dice.
Norma, por su parte, pertenece al Apostolado Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús, una asociación privada internacional de fieles laicos. Tampoco quería quedarse fuera de este histórico evento, y por ello viajó más de 1,300 kilómetros junto con 50 personas. “Concepción Cabrera de Armida nos ha dejado una gran enseñanza al ser laica y madre. Eso nos dice que todos estamos invitados a la santidad. Para nosotros es un honor estar aquí representando a Mérida”.
Y desde Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, llegó Marco Antonio acompañado de 40 fieles de la Parroquia de Guadalupe. “Estar aquí –asegura–es un honor. Esta mujer nos dice que sí se puede llegar a la santidad. Llevo estudiando su vida cinco años, y lo que más me ha encantado de ella es que hizo las cosas ordinarias de manera extraordinaria”.
Perteneciente al Apostolado de la Cruz en Monterrey, Blanca también estuvo esta tarde en el Tepeyac junto con otras 80 compañeras. “Como ama de casa, lo que más me impactó de la vida de Conchita fue su entrega total tanto a Jesús como a su familia. Como mujer, es una invitación a imitarla”.
Jorge Orlando, de Saltillo, Coahuila, parecía estar solo en el Atrio de las Américas, pero dentro del santuario había otros 50 compañeros del Apostolado de la Cruz Jóvenes que sí lograron entrar: “En nuestro grupo nos enseñan la importancia de vivir el sufrimiento, pues no todo en la vida es alegría –dice–. Debemos ofrecer todo a Dios, así como lo hizo Conchita, que ofrecía todas sus obras a Dios, y por eso disfrutó tanto de la vida. En Coahuila ha habido muchos suicidios de jóvenes, y el apostolado al que pertenezco ayuda a los chavos a ver la vida diferente, una vida más hermosa”.
Desde San Luis Potosí viajó también Angélica: “Sólo de mi parroquia –dice– vinimos ocho camiones llenos, pero muchas otras parroquias también enviaron sus camiones”.
Y los que no podían faltar fueron los jóvenes del Centro de Orientación Vocacional (COV) del Seminario Conciliar de México. Para Maurice, la beatificación de Concepción Cabrera representa una gran alegría porque “tenemos una intercesora más, además laica, que dio testimonio en su vida diaria, en su vida laica, en su quehacer, con sus hijos, con sus obras, generando en todos una experiencia de vida que se puede compartir desde el laicado, desde la cotidianidad”.
Uriel, también del COV, asegura que no pudieron entrar a la Basílica de Guadalupe por la cantidad de gente, pero “estamos aquí, compartiendo la alegría, el gusto, de tener una beata más para México, sobre todo de una mujer que fue madre de familia”.
Y para los integrantes del Centro de las Obras de la Cruz de Conchita en Monterrey, Nuevo León, estar en la beatificación fue lo más maravilloso, “pues ella es la mujer que nos rige y a la que estamos tratando de imitar”, aseguró Naty, quien destacó de la nueva beata el hecho de que “era una mujer, era madre y era esposa, como nosotras”.
Susana Elena , catequista de la Parroquia de San Ignacio de Loyola en Buenos Aires, Argentina, fue una de tantas y tantos extranjeros que también estuvieron presentes este día en la Basílica de Guadalupe, y asegura que no hay quien conozca la vida de Concepción Cabrera sin quedar sorprendido de su entrega total a Jesús y del amor que tuvo por su familia
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