Este 3 de mayo, en el Gimnasio Olímpico Juan de la Barrera, se llevó a cabo el congreso En la intimidad con una mujer bienaventurada, en el que se abordó la vida de Concepción Cabrera de Armida, mejor conocida como Conchita Armida, desde su carácter de mujer laica, mística y apóstol.
Para hablar de su carácter de laica, tomó la palabra la doctora en Teología Rocío Figueroa, profesora de dicha materia en Nueva Zelanda, quien señaló que en la persona de Conchita Armida se define muy bien el concepto de laicidad: el elemento de unión entre lo secular y lo sagrado, entre la humanidad y Dios, entre lo natural y lo sobrenatural, entre lo más sagrado de la vida mística y lo más sencillo y cotidiano de la existencia.
Refirió que a Conchita le gustaba mucho bailar, se adornaba para gustarle a su novio Francisco, y no encontraba ningún problema entre divertirse y comulgar al día siguiente, porque era una mujer libre. “Era una mujer sensible y libre en sus afectos, en una época en que se valoraba más la razón que el corazón; una mujer apegada a su familia, quien lloraba y sufría cuando los hermanos se iban, pero al mismo tiempo vivía la oración de una manera profunda… Ella quería que todo a su alrededor fuera impregnado por el Espíritu de Cristo: su familia, su hogar, su gente, su México”.
“La beatificación de Concepción Armida -dijo- es un llamado intenso a la necesaria participación de la mujer en la Iglesia”
Para hablar del carácter místico de Conchita Armida, tocó el turno al escritor, poeta y periodista Javier Sicilia, quien explicó que lo místicos son seres a quienes les cuesta trabajo la ortodoxia y se mueven en franjas muy complejas, encerrados frecuentemente en el misterio de lo divino; y en este sentido, ella, ante las limitaciones del lenguaje del lugar y de la época, pudo escribir, a través de símiles y figuras apasionadas, acerca de “la temperatura de la cruz”, lo que da como resultado un discurso de amor.
“Y gracias a que es mujer -expresó Sicilia-, Concha pudo expresar con esa pasión su experiencia del amor, su experiencia íntima con Cristo, de una manera en que no sabemos hacerlo los hombres…”.
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Por su parte, el padre Luis Manuel Pérez Raygoza, encargado de las Causas de los Santos de la Arquidiócesis de México, habló sobre el carácter apostólico de Concepción Cabrera. En este sentido, señaló que lo que hizo Conchita fue compartir ese amor que tocó y vivió, “como lo hizo san Juan de la Cruz, como lo hicieron los apóstoles, porque quien se ha encontrado con Jesús, y sentido el amor de Dios, no se puede reservar el amor para sí mismo”.
Habló también acerca de los rasgos del estilo apostólico de Conchita Armida, entre los que destacó: la irradiación del amor de Dios, la claridad sobre el tema del apostolado enraizado en la encarnación de la cruz; una feminidad sin complejos; la promoción del sacerdocio de Cristo; la inspiración del Espíritu Santo, y la comunión con la Iglesia.
El padre Luis Manuel llamó a los sacerdotes a no insistir en ‘sermonear’ a las personas ni estar al pendiente de sus errores, porque así no se hace una Iglesia atractiva; y en cambio ser como Conchita Armida, una cristiana sabia y sencilla, quien vivió su vocación apostólica brillando como una estrella de alegría.
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