La Diócesis de Azcapotzalco inauguró el pasado 10 de julio un comedor emergente en la Parroquia Preciosa Sangre de Cristo, a fin de brindar apoyo tres días a la semana, en un horario de 13:00 a 15:00 horas, a familias o personas que se hayan visto afectadas por la crisis económica a causa de la pandemia de COVID-19 en la Ciudad de México.
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Al respecto, el padre Janvier Sidjeu, Comisionado Diocesano de Pastoral Social e impulsor de dicha iniciativa, señaló que en un inicio habían planeado dar 50 comidas para llevar, sin embargo, de últimas decidieron aumentar el número a 70, previendo que pudiera llegar más gente, y sobre esa cantidad prepararon la cantidad de “platos”, que incluyeron frijoles, pollo, nopales, agua de horchata y postre.
“Al final -comenta el sacerdote, originario de Camerún-, llegaron 80 personas, y “tuvimos que usar el método que se usa en México: cuando llega más gente, se le echa más agua a los frijoles. Y es que si bien en la Diócesis hay personas que ya reanudaron su actividad económica pese a los riesgos de contraer el COVID-19, hay muchas otras que necesitan apoyo en este sentido, por lo cual, en determinado momento, podrían aumentar los días de reparto de comidas”.
El padre Janvier Sidjeu explica que para echar a andar dicha iniciativa, además de contar con la ayuda de la propia Diócesis y de Cáritas Mexicana -que ha donado más de 3000 despensas a la comunidad -, la Arquidiócesis Primada de México les hizo una aportación solidaria de 200 kilos de grano, frijoles y arroz, y 50 kilos de azúcar. “Asimismo, para sostener este comedor emergente, hemos recibido el apoyo de varios particulares”.
A fin de cubrir la demanda comidas, el padre Janvier Sidjeu hace un llamado a las personas de buena voluntad a solidarizarse con la iniciativa durante este tiempo de dificultad, que aún nadie sabe cuándo va a terminar; “y es que si bien hoy hay personas que no tienen que comer, hay otras que además de tener comida, tienen un corazón bueno y dadivoso”.
El padre Janvier Sidjeu contrajo COVID-19 en mayo, y estuvo un día hospitalizado. Posteriormente, continuó con su recuperación y recibió el alta médica el 4 de julio, día en que se le informó que ya estaba libre del virus.
Seis días después echó a andar esta iniciativa, misma que es operada por voluntarios que usan caretas de plástico y cubrebocas KN-95. Asimismo, cuentan con termómetro infrarrojo para medir la temperatura a los asistentes, dispensadores de gel antibacterial, lavamanos y marcas en el piso para que la gente conserve la sana distancia.
La Parroquia Preciosa Sangre de Cristo se encuentra en Cuautepec Barrio Alto, una de las zonas más pobres de la delegación Gustavo A. Madero. “Aquí pueden acudir las personas que no tengan qué comer, y les daremos un poquito de ayuda en estos momentos tan difíciles para mucha gente”.
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