En su primer mensaje como nuevos obispos auxiliares de la Arquidiócesis de México, Luis Manuel Pérez Raygoza, Héctor Mario Pérez Villarreal y Francisco Daniel Rivera Sánchez pidieron a Dios un regalo especial con motivo de su ordenación episcopal: el don de la unidad del clero arquidiocesano.
Desde el altar mayor de la Basílica de Guadalupe, donde este 19 de marzo se realizó la ceremonia de ordenación, monseñor Daniel Rivera Sánchez, dijo: “Envío un saludo cariñoso a todo el clero de la Arquidiócesis de México pidiendo al Señor que nos conceda hoy, como regalo de ordenación, el don de la unidad, que entre ustedes y nosotros (obispos, sacerdotes diocesanos y religiosos) haya realmente mucha unidad, que seamos uno, como pide Jesús, para que el mundo crea”.
Los obispos auxiliares pronunciaron un mensaje dividido en tres partes. Francisco Daniel Rivera Sánchez, en particular, justificó la disposición de que la celebración se llevara a cabo con poca gente a causa de la contingencia sanitaria por el coronavirus COVID-19: “Si los pastores no saben ponerse a la altura de las necesidades del pueblo, pues no son buenos pastores”, apuntó.
También envío un saludo a los miembros de la vida consagrada, pidiendo “al Señor que a través de su testimonio de vida y su trabajo pastoral, colaboren en la extensión del Reino de Dios”, y otro a los laicos de la Arquidiócesis de México: “creemos, como decía san Agustín, que somos cristianos con ustedes y obispos para ustedes. Apóyenos con su cariño y oración, y sepan de corazón que cuentan con nosotros”.
Por su parte, monseñor Luis Manuel Pérez Raygoza aseguró que los tres nuevos obispos desean responder a la confianza de Cristo y de su Iglesia, “viviendo la caridad del Buen Pastor, teniendo sus mismos sentimientos, sus actitudes, su mirada y sus entrañas de misericordia”.
Y añadió: “Sólo podemos responder al sagrado ministerio que hoy hemos recibido, desde nuestro barro tocado por Dios y desde nuestras pobrezas. Por ello, les suplicamos a todos sigan orando por nosotros. Que la Santísima Virgen de Guadalupe y san José nos ayuden para que seamos dignos de cargar la cruz que hoy el Señor ha puesto sobre nuestros hombros”.
En tanto, monseñor Héctor Mario Pérez Villarreal también lamentó que la celebración se haya realizado con poca gente a causa de la contingencia: “Agradezco a todas las personas que quisieron estar presentes, pero que por responsabilidad se quedaron en casa en este momento tan difícil. Ver la Basílica de Guadalupe tan vacía es muy significativo porque refleja precisamente el momento que se está viviendo como nación y como humanidad”.
Dijo que la ordenación episcopal es un don para la Iglesia, “por lo que quien se debe llevar siempre la gloria es Dios, quien con su espíritu nos ha ungido y nos ha dispuesto a servirlos a ustedes, con la clara convicción de que su amor es el que perdura”.
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