Aprende a orar como san José con estos consejos que nos regalan tres especialistas de la Arquidiócesis de México.
San José es patrono de la Iglesia Católica, custodio de la Sagrada Familia y modelo de oración. Su diálogo de amor con Dios parte del silencio y la contemplación, así como en acciones que dicen más que las palabras
“Vivimos en un mundo con ruido espiritual y ruido del alma. Necesitamos hacer silencio para escuchar a Dios. San José nos pone el ejemplo: hace falta silenciar nuestra mente y nuestros corazones”.
Lo sostiene el matrimonio conformado por Nora Matamoros y Fermín Rivas Prats, quienes forman parte de la rama seglar de la congregación de las misioneras Hijas Mínimas de San José.
Durante una conferencia denominada “San José maestro de oración” y coordinada por la Arquidiócesis de México en el marco del mes de las familias, explicó Matamoros que “ante la realidad de la violencia, san José y sus valores resultan un pilar al que podemos abrazarnos”.
Con base en documentos de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, así como en enseñanzas tradicionales de la Iglesia Católica, señalaron que el de san José “es un silencio humilde y abierto a la escucha y la obediencia”.
Así, al tomarlo como modelo “se nos permite conocer nuestros límites y ponernos a salvo de la tentación”. Además, sostuvieron que, bajo este principio, “orar es obrar según el mandato divino”.
Por su parte, la religiosa Hipólita Gamiño, de la congregación de las misioneras Hijas Mínimas de San José, recordó la exhortación apostólica Redemptoris custos en la cual, Juan Pablo II analiza a profundidad la figura y misión del santo en la vida de Cristo y de la Iglesia.
Indica el Papa que “los evangelios hablan exclusivamente de lo que José «hizo»; sin embargo, permiten descubrir en sus «acciones» —ocultas por el silencio— un clima de profunda contemplación”.
Señala la religiosa que san José es el “padre del silencio, conocido así porque no hay ninguna palabra de él en la biblia. Su misión hablaba por él: custodiar y proteger a Jesús, el hijo de Dios; y a nuestra madre, la Virgen María, esposa del Espíritu Santo, los dos tesoros más grandes de Dios”.
En este punto, cita a Benedicto XVI, quien aclara que “el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino, al contrario, la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todos sus actos”.
Abunda Gamiño que se trata, pues, de “un hombre con una fe viva que le ayudó a responderle a Dios con toda confianza. La suya fue una vida de oración y de silencio”.
En vida, “él permanecía en constante bendición del Señor”, entendida ésta como “la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice… y el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 2626).
En cuanto a las características, nos enseñan que, la oración de san José cuenta con la gracia de Dios y está llena del Espíritu Santo. Él, a su vez, bendice a Dios por todo lo que recibe del Altísimo.
De igual modo, destacan sus virtudes: humildad, fe, confianza… y una absoluta obediencia a Dios en “adoración de la santa voluntad”.
Insistirá en sus documentos pontificios Juan Pablo II que “el silencio caracterizó a San José. La oración de San José fue cien por ciento contemplativa, con una mirada de fe fijada en Jesús” en la que yo le miro y él me mira a mí. Un ser que “vivió en continua comunión de amor con Jesús”.
Por esa razón, señalan Nora Matamoros y Fermín Rivas, él puede vivir todas las presiones en paz. “Es un santo que desde la tribulación se contacta permanentemente con la paz, la serenidad y la esperanza”. Y en el silencio, “todo lo logrará con su prudencia, su templanza, su sabiduría y su servicio”.
De esta manera, la pareja y la religiosa delinearon algunas de las particularidades de la figura del santo, e invitaron a tomarlo como modelo.
Igualmente, llamaron a pedirle “que nuestra oración se vaya pareciendo a la que él hizo” en vida, y recitaron un texto en el cual se pone la confianza en la intercesión paternal del fiel custodio de la Sagrada Familia:
“José es mi protector. José ha abierto los brazos para recibirme y salvarme. José va a hacer de mí una persona nueva. José va a borrar mis malas inclinaciones. José va a ser mi guía en el camino de las virtudes; y José, en fin, rogará a Dios por mí y yo seré salvo. Amén”.
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