Esta tarde, en el marco de la solemnidad de san Pedro y san Pablo, el cardenal Carlos Aguiar Retes ordenó a cinco nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis Primada de México.
La celebración eucarística, que duró alrededor de dos horas, se llevó a cabo en la Basílica de Guadalupe bajo estrictas medidas sanitarias y con un reducido número de asistentes.
La fuerte lluvia que azotó a la capital del país esta tarde, no fue impedimento para la llegada de los familiares de los neopresbíteros: Bernardo Valle, Pablo Tomás Patrito, Jorge Valdez, Daniel Morquecho y Orlando Porta, quienes los acompañaron en su ordenación.
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También estuvieron presentes los obispos auxiliares, vicarios episcopales, miembros de los venerables cabildos Metropolitano y de Guadalupe, así como formadores del seminario y algunos sacerdotes y seminaristas de la Arquidiócesis de México.
En su homilía, el Arzobispo Primado de México recordó a los neo presbíteros que la fortaleza de los apóstoles Pedro y Pablo estaba cimentada en una doble relación muy bien mancomunada, tanto con Dios como con la comunidad cristiana.
La relación con Dios -les dijo, también- “debe ser la piedra fundamental de la espiritualidad de un presbítero, mediante la oración en todas sus formas, y mediante la comunión eclesial con su Obispo y con la comunidad que se le ha encomendado”.
“Los presbíteros en comunión con su obispo, sucesor de los apóstoles, deben siempre recordar y reconocer que son llamados a servir a la comunidad de discípulos de Cristo”.
El Primado de México les deseó a los nuevos sacerdotes vivir su ministerio sostenidos por la espiritualidad de la comunión a fin de que, al final de su vida, puedan expresar como san Pablo: ‘He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe”.
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El cardenal Aguiar también les recordó las funciones que deben realizar como presbíteros: transmitir a todos la palabra de Dios, santificar en nombre de Cristo, celebrar la Santa Misa e impartir los Sacramentos.
Tras realizar sus promesas sacerdotales, los neo presbíteros recibieron sus ornamentos: la estola, signo de autoridad ministerial y el poder del Evangelio; y la casulla, que es símbolo de su dignidad en la asamblea eucarística.
Al final de la Misa y a nombre de los cinco nuevos sacerdotes, el padre Jorge Valdez González agradeció al cardenal Carlos Aguiar su guía, acompañamiento y formación como cabeza de esta Iglesia particular. Asimismo, agradecieron a sus formadores y compañeros del Seminario Conciliar de México.
“El caminar no ha sido fácil –dijo– hubo muchos momentos de pruebas (…) sin embargo, todas las pruebas han sido para nuestro crecimiento personal, y estamos dispuestos a entregar nuestra vida entera en el ministerio que se nos acaba de conferir con el auxilio divino y la oración de todos ustedes.”
También agradecieron a Dios por haberlos elegido de entre su pueblo para el ministerio del sacerdocio. Reconocieron que no es una tarea sencilla, pero “con todas las pruebas de amor que Dios ha derramado con nosotros, sólo nos queda constatar lo dicho en la carta a los Filipenses: ‘todo lo puedo en Aquel que me conforta'”.
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