En México cuando se arregla un objeto o lugar se suele decir que se le dio una ‘manita de gato’, pero en el caso de la restauración de la Catedral de México lo que se le dio en 2021, durante su última restauración, fue una ‘manota’.
Este templo, uno de los centros de devoción más importantes del país, ha sido testigo de hechos históricos, pero también ha pasado por sismos, tormentas y el paso de los años que lo ha dañado.
En el marco de su fiesta patronal, que se celebra cada año el 15 de agosto, Día de la Asunción de María, la Catedral Metropolitana montó una exposición sobre sus recién terminados trabajos de restauración, los más completos que este templo histórico ha recibido en años.
La restauración era necesaria -y urgente- para preservar este templo histórico, prevenir catástrofes y por la propia seguridad de quienes lo visitan.
La primera etapa de estos trabajos el 15 de agosto. Aquí te contamos todo lo que se hizo.
La restauración integral fue en tres áreas contempladas en el Programa de Preservación del Patrimonio Cultural y del Sagrario Metropolitano y fueron las siguientes:
-Erradicación de fauna nociva y flora parásita, sellado y calafateo de grietas. Es decir, se retiraron plantas y animales que estaban dañando al edificio.
-Modernización del sistema eléctrico y de pararrayos. Esto se hizo para evitar cortos circuitos, incendios y daños que pueden ocasionar las descargas.
-Nivelación de pilotes. Los pilotes son dispositivos que sostienen a la Catedral Metropolitana y evitan su hundimiento, se tuvieron que cambiar porque ya estaban muy desgastados.
Los recursos se obtuvieron de un fideicomiso dispuesto desde el sexenio pasado en el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), por un monto de 20 millones de pesos.
“Catedral Buena Noticia, Caridad, Educación y Cultura” fue la asociación civil que se encargó de recibir y organizar los recursos del fideicomiso, así como de contratar a las tres empresas que realizaron los trabajos.
La restauración tomó aproximadamente diez meses en concluir debido al nivel de deterioro que presentaba el recinto histórico.
En la exposición puede verse un poco del antes y después de los trabajos.
Flora parasitaria es como se le conoce a las plantas que crecen entre las grietas de monumentos y edificios antiguos, que si bien pueden verse ‘atractivas a la vista’, lamentablemente deterioran las edificaciones.
La intervención en Catedral de México era más que necesaria debido a que la flora estaba dañando las bóvedas, lo que provocaba no sólo filtraciones de agua, sino que ponía en riesgo de colapso a las techumbres.
Los trabajos los supervisó el biólogo Pablo Torres, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultura del INAH.
El doctor en Biología por la UNAM explicó a Desde la fe, que usaron con éxito una técnica experimental. Consistió en cortar la mayor parte de las plantas, colocar en la parte restante un bloqueador radicular, envolverla con una compresa, esperar entre 12 y 15 días para que se secaran, y finalmente desprender la raíz muerta para taponear el orificio con cal y arena.
Por otra parte, aunque en el plan de trabajo original no contemplaba el retiro de ‘fauna nociva’, como se conoce a las especies que viven en las edificaciones antiguas y las deterioran, la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH también lo vio necesario pues estaban dañando muebles, documentos históricos y obras de arte.
En el interior de la Sacristía de la Catedral, por ejemplo, tanto muebles como telas antiguas estaban siendo carcomidas por insectos.
Entre los tipos de insectos que en general se quitaron se encuentran: carcomas, polillas de textiles, escarabajos de madera y cucarachas, que se retiraron de altares y capillas.
Además, se retiraron a los roedores porque estaban royendo los libros de coros que se encuentran en el edificio del Archivo de la Curia, entre otros documentos.
Los trabajos de eliminación de la fauna nociva fueron supervisados por el biólogo Moisés Adrián Rodríguez Ibarra, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH.
El sistema de pararrayos fue optimizado tanto para la seguridad de los fieles como para la propia estructura de la Catedral, pues la energía de los rayos puede ocasionar desprendimientos en la piedra, y ello representaría un riesgo para quienes asisten.
El sistema de pararrayos era antiguo y ya no funcionaba como debía, ahora cuenta con 103 puntas captadoras de energía, que protegen toda el área del recinto.
Funciona como si fuera ‘una sombrilla’, en la que las varillas vendrían a ser las 103 puntas: si un rayo cae en alguna, la energía se distribuye por todas las demás y éstas la ‘van bajando’ hasta hacerla desembocar en la zona del jardín.
El sistema fue implementado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a través de la empresa Prosisa, y cuenta con cuatro contadores -tres en la Catedral de México y uno en el Sagrario Metropolitano-, cuyo fin es llevar la cuenta de las descargas recibidas, ya que el sistema sólo puede resistir 99, tras lo cual deberá renovarse.
Asimismo, se remodelaron y en algunos casos sustituyeron transformadores, tableros, fusibles, cables y plantas de emergencia.
Los trabajos se hicieron acorde a la Norma Oficial Mexicana de Instalaciones Eléctricas, informó Ligia Roldán, administradora de “Catedral Buena Noticia, Caridad, Educación y Cultura”.
A la Catedral de México la sostienen los pilotes, los grandes ‘héroes’ de esta historia pero que pocos conocen.
La estructura de la Catedral Metropolitana de México actualmente es sostenida desde el subsuelo por 616 pilotes de control, que después de 20 años sin servicio fueron intervenidos y nivelados para evitar hundimientos, tanto en el edificio principal como en el Sagrario Metropolitano y en la Capilla de Ánimas.
Su intervención no podía esperar más, según el diagnóstico hecho por el Instituto de Ingeniería de la UNAM.
El último mantenimiento que se les había dado fue en el año 2000, por lo que urgía esta nueva intervención y nivelación, que la empresa COPICOSA realizó.
De no haberse llevado a cabo estos trabajos habrían comenzado a registrar un deterioro en cadena, aseguraba el Instituto, mismo que habría provocado hundimientos irregulares: unas zonas sí y otras no, y la estructura se habría empezado a romper a la manera de un mazapán.
Originalmente, la Catedral Metropolitana contaba con 22,500 pilotes de madera.
En 1940, bajo el Sagrario se colocaron varios pilotes de 25 metros de diámetro, mismos que dos décadas después fueron reforzados con pilotes de concreto. Y finalmente, en 1972 se instalaron 390 pilotes de control en la Catedral y 129 en el Sagrario.
La respuesta rápida es no. Si bien los trabajos que se hicieron eran muy necesarios para la seguridad de la edificación y de quienes la visitan, la Catedral aún tiene muchas necesidades que deberán ser atendidas, y para las que su rector, canónigo Ricardo Valenzuela, ha informado que aún no se tienen los recursos.
La más conocida son sus torres. Las campanas de este recinto todavía no pueden tocar debido a que los campanarios quedaron dañados desde los sismos de 2017 que causaron numerosos estragos en la capital del país.
Con información de Vladimir Alcántara, Cynthia Fabila y Melva Navarro.
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