El Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar Retes, hizo una invitación a los católicos a cuestionarse la propia actitud preguntándose: ¿Considero que mis decisiones y mi conducta las he asumido subordinándome a la voluntad de Dios?
El camino del creyente es invocar a Dios y confiar en Él, aseguró, no desear su intervención tal y como la queremos. Dios interviene, dijo, “por caminos insospechados, muchas veces incomprensibles, sorprendentes, inesperados según la lógica humana”, afirmó en su homilía en la Misa dominical.
“Él vive en la eternidad todo lo ve, lo conoce y lo orienta, mirando nuestro bien”.
Sin embargo, muchas veces, cuando una persona vive una tragedia, un drama, un sufrimiento, una enfermedad que parece no tener fin, como el caso de la pandemia por COVID-19, espera una solución inmediata.
Sin embargo, estos momentos son “nuestra oportunidad de intensificar nuestra fe y aprender a vivir bajo el misterio, conducidos por el Espíritu Santo, y confiando en la providencia misericordiosa de Dios”.
De manera similar, el Arzobispo habló sobre la subordinación a la autoridad al reflexionar sobre el Evangelio de este domingo en el que Jesús delega a Pedro el actuar en su nombre al frente de los discípulos.
“¡Qué importante es un buen colaborador, cuando tiene que ejercer en nombre de la autoridad una responsabilidad, que afectará para bien o para mal a los subordinados! Pero igualmente es importante la respuesta de los subordinados para que la acción de Dios se manifieste en la Iglesia”.
Por eso, dijo, es conveniente, preguntarse con frecuencia:
-¿Considero, que mis decisiones y mi conducta las he asumido, subordinándome a la voluntad de Dios?
-Y ¿yo acepto la voluntad de Dios, ante quien en su nombre, está ejerciendo una autoridad?
La obediencia a la autoridad actualmente sufre un deterioro, aseguró. “Muchas veces y con frecuencia debido a la mala gestión de los administradores. En los distintos niveles de autoridad eclesial, también ha sido una constante histórica la presencia de una mala gestión, que ha repercutido en la disposición de los bautizados para aceptar, de buen grado y confiadamente, la participación y colaboración en las propuestas de renovación, que exigen los tiempos actuales”.
“Debemos reconocer con dolor y arrepentimiento el deterioro de la Obediencia a Dios, que a través de la desobediencia a la respectiva autoridad eclesial, impide la intervención y conducción del Espíritu Santo”.
El Arzobispo Primado de México agregó que a través de un individualismo egoísta, no se gana nada para la comunidad cristiana.
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