Almas espera evitar situaciones desafortunadas dentro de la Iglesia con apoyo a los religiosos.
La Iglesia en México se ha sumado a la “cero tolerancia” del Papa Francisco contra la pederastia clerical, y para ello, a lo largo de los últimos años ha solicitado el apoyo de instituciones con la finalidad de erradicar este tipo de crímenes. Una de estas organizaciones es Almas.
En entrevista para Desde la fe, la directora de la Asociación de Laicos por la Madurez Afectiva y Sexual (Almas), María Alfaro, explica que si bien la organización opera desde el 2001, fue hace seis años cuando creó un centro para ofrecer apoyo psicológico a seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos, a fin de que puedan realizar de la mejor manera su labor y evitar situaciones desafortunadas dentro de la Iglesia.
El objetivo –apunta- es ayudarlos a superar conflictos psicológicos provenientes de su infancia para mejorar su vida y trabajo. “Recibimos a mucha gente que quiere sanar algo de su infancia, que se siente sola, y a veces esto se junta con una depresión crónica o grave”.
Los problemas psicológicos más comunes que padecen las religiosas son: ansiedad y depresión, los cuales se pueden ver reflejados en afectaciones como colitis, gastritis y dermatitis; mientras que los sacerdotes suelen sufrir de ansiedad y alcoholismo. Aclara la psicoterapeuta que el Centro Almas no trata problemas de adicciones como tal, sino que hace un acompañamiento en la parte psicológica del paciente.
María Alfaro afirma que en el centro se trata la vida de los pacientes con mucho respeto y en absoluto secreto; sin embargo, en caso de detectar que el paciente cometió un abuso sexual, el secreto profesional no aplica, pues está en riesgo la vida y la integridad de otras personas.
-¿Cómo actúa Almas cuando esto ocurre?
-Tanto en las terapias grupales o personales hemos tenido sacerdotes o religiosos que confiesan haber cometido algún abuso sexual. Cuando se da el caso, nuestro protocolo a seguir es informar de inmediato a la persona que tiene un grado mayor de autoridad sobre él. A través de una carta, el psicólogo o pedagogo informa de la situación; esta carta también se le extiende al paciente. Además, giramos una recomendación para que se le aparte de sus servicios en la vida clerical, y damos seguimiento para que el proceso y las investigaciones pertinentes sigan su curso.
Para María Alfaro, actualmente la única forma de dar tratamiento a un pederasta es dentro de la cárcel.
“No hay cura para esta condición, y si no se atiende, puede empeorar”, considera la especialista, quien por ello recomienda que “la Pastoral Penitenciaria cuente con psicólogos forenses, formados católicamente, a fin de que las personas que padecen esta enfermedad y se encuentran en prisión, entiendan y tomen conciencia de lo que hicieron”.
Al 30 de noviembre de 2018, el Centro Almas había atendido 176 pacientes; de ellos, el 51 por ciento fueron hombres.
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