Gracias a la valentía de los sobrevivientes de abuso sexual, la Iglesia ha comenzado un proceso esencial de auténtica purificación, dijo el Cardenal Blase J. Cupich, Arzobispo de Chicago, en el último día de actividades del Congreso Latinoamericano sobre la prevención del abuso de menores.
El Cardenal Cupich, durante su ponencia titulada “Hacia una verdadera purificación eclesial”, recordó la primera vez que escuchó a una víctima de abuso sexual, ya como obispo. Mencionó que esa experiencia lo marcó, pues a través de la escucha paciente, pudo sentir el dolor del sobreviviente y tuvo claro que debía actuar al respecto.
“Programé una entrevista con el sacerdote que había abusado de Albert. No negó en ningún momento las acusaciones, lo removí de sus facultades, envié el informe a la Santa Sede y posteriormente fue la dimisión de su estado clerical”.
Cupich, quien también forma parte del comité organizador de la cumbre internacional sobre la prevención del abuso, expresó que el camino de la purificación eclesial comienza desde la solidaridad que se tenga con las víctimas.
“Se les debe de abrazar a través de una conexión profunda con ellos y con su dolor. Esto también involucra a los obispos, pues ellos deben reconocer que estas víctimas son nuestras víctimas, y los victimarios de la Iglesia, nuestros victimarios”.
Aseguró que el segundo elemento para remover el dolor es la sinodalidad, pues toda la Iglesia debe de caminar con los sobrevivientes, a través de un acompañamiento y contacto permanente con ellos, apuntó Cupich.
“El tercer elemento es la conversión, uno de los pasos más difíciles para todos nosotros. No nos podemos hacer de la vista gorda ante una cultura que cree que los obispos están más allá de la rendición de cuentas, que con ser miembro del clero tiene la ventaja de mandar sobre los demás, esta ‘purificación’ no tiene ventajas para la iglesia, ni para nadie”.
Indicó que el cuarto elemento es la transparencia y aceptar las fallas pasadas, pues a decir del Arzobispo de Chicago, estas tienen un efecto liberador y al mismo tiempo se perciben las limitaciones y necesidades del clero.
“El abuso de los pequeños de Dios, es un recordatorio de que, así como el sol sale todos los días, la verdad siempre saldrá a la luz. Podemos jugar a esconder las fallas, pero estamos llamados, como Iglesia y particularmente como sucesores de los apóstoles, a una purificación. Debemos ser valientes y dejar claro que el abuso sexual del clero está en total contradicción con el mensaje del Evangelio“.
Los trabajos del Congreso Latinoamericano sobre la prevención del abuso de menores concluyeron este viernes 8 de noviembre.
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