Este sábado 30 de abril, el Arzobispo de Nápoles, Domenico Battaglia, volvió a constatar el milagro de la licuefacción de la sangre de san Genaro, mismo que ha venido ocurriendo desde el siglo XIV. Este milagro ocurre tres veces al año, y el primer registro que se tiene del mismo corresponde al año 1389.
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La sangre de este santo y mártir del s. IV se licúa milagrosamente tres veces al año:
La inexplicable licuefacción de la sangre del santo italiano San Genaro (o Jenaro), contenida en dos ampolletas ha llamado la atención durante siglos.
La historia refiere que después del martirio de San Genaro en el siglo IV, su sangre fue recogida en estos dos recipientes, pero que estas reliquias, junto con su cabeza, solo se expusieron a la veneración hasta 1305 por iniciativa de Carlos II de Anjou. La sangre se licuó por primera vez en 1389, o por lo menos en esa fecha fue documentado.
En Milán es grande el amor que se tiene por San Genaro, quien encabeza la lista de unos 50 santos que han sido proclamados como protectores de la ciudad, frente a distintas necesidades que van desde las epidemias como la de 1497, o ante las amenazas de erupción del volcán Vesubio, especialmente en los años 1631, 1698, 1767, 1779.
San Genaro es representado en el arte sacro con la palma del martirio, las cápsulas con sangre, ornamenta episcopal, y es venerado por la Iglesia católica y ortodoxa.
En esta ocasión, el cambio de estado de la reliquia se constató el sábado 30 de abril, antes de iniciar la célebre procesión por Nápoles.
En la Misa de acción de gracias que presidió tras constatar este sábado la realización del milagro, el Arzobispo Domenico Battaglia señaló que la sangre de san Genaro todavía fluye. Así como hay otra sangre que fluye –dijo-, a la cual no se le puede dar la espalda: la de la guerra en Ucrania.
“No somos indiferentes al hecho de que la guerra en Ucrania ha irrumpido de algún modo en el corazón de dos pueblos cristianos, y que muchas veces las palabras de fe son tergiversadas y utilizadas para motivar o encubrir las razones de uno en detrimento del otro, cuando el Evangelio tiene una sola palabra nueva y esencial, que ha gritado siempre al corazón de los hombres: ¡paz, paz, paz!”, expresó.
Con información de ChrchPOP
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