Su pasión por la arqueología comenzó cuando tenía sólo ocho años de edad, gracia a su madre que la contagió del amor por la lectura. El primer libro que leyó fue el descubrimiento de la tumba de Tutankamón El faraón olvidado. Tanta era su ilusión que, cuando terminó de leer la obra, le dijo a su mamá: “Cuando sea grande, voy a descubrir una tumba en Egipto”.
El segundo libro que leyó trataba sobre la Biblia y la arqueología Y la Biblia tenía razón, y al igual que el anterior, lo ‘devoró’ con gran interés, tanto que cuando lo concluyó, le dijo a su mamá: “Cuando sea grande voy a ser arqueóloga y voy a trabajar en Israel”. Y así fue.
Y es que actualmente, Marcela Zapata es una de las arqueólogas más reconocidas del país. Es directora del Centro de Investigación en Culturas de la Antigüedad de la Universidad Anáhuac y también del Proyecto Arqueológico Magdala.
Hoy puedo decir que soy una gran arqueóloga –asegura en un testimonio publicado en la página oficial de Magdala– no porque sea famosa ni porque haya descubierto la gran tumba, soy grande porque soy feliz, porque sé que no me equivoqué en mi camino, porque sé que estoy donde Dios quiere que esté, donde Dios me soñó desde la eternidad y para lo que me dio la existencia, ser feliz haciendo lo que más me gusta: ser arqueóloga”.
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