Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati tienen mucho en común, además de ser dos jóvenes italianos que, por su testimonio y entrega, han causado una profunda simpatía entre las nuevas generaciones, que ha visto en ellos un ejemplo de amor a Dios.
Hay muchos elementos afines en los dos chicos, pero hemos elegido cinco que destacan sobre el resto y los desarrollaremos a continuación:
Ambos acudían a diario a misa, gustaban de la confesión frecuente para estar en gracia y consideraban la comunión sacramental una necesidad absoluta.
Pier Giorgio Frassati consideraba la Eucaristía como el centro en su vida, fuente de alegría y vehículo de amor para su alma, que sentía la necesidad de atender a los pobres; en especial a los mineros, que eran los más explotados en la región donde vivía.
También Carlo Acutis amaba intensamente la Eucaristía, un amor que nació desde su más temprana edad. Estaba absolutamente convencido de la presencia real de Jesús en ella, lo que le motivó a buscar por todos los medios darlo a conocer.
Acutis echó mano de su aventajado talento con las computadoras para crear un sitio web donde mostrar los milagros eucarísticos. Igualmente, ese vínculo se evidencia en una poderosa frase suya: “La Eucaristía es mi autopista al cielo”.
Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati eran profundamente marianos. Los dos fueron cautivados por la santísima Virgen María, a quien saludaban a diario en la oración cristocéntrica por excelencia: el Rosario, la meditación bíblica que bendice a la siempre Bienaventurada María.
Pier Giorgio Frassati se consagró a la Madre de Dios cuando tenía 17 años . Tiempo después se convirtió en terciario de la Orden de Santo Domingo. A todos lados llevaba consigo un rosario que rezaba con afecto a diario.
A Carlo le encantaba el Rosario, cuyo rezo alimentó la profunda conexión maternal del niño con la Virgen. Esta se vio fortalecida con su primera consagración personal a Ella, que ocurrió en el Santuario de la Virgen de Pompeya cuando tenía apenas cinco años.
Doña Antonia Salzano, su madre, sostiene en la actualidad que desde entonces Carlo Acutis rezaba con amor el Rosario todos los días.
Es conocido que Carlo Acutis brindaba una desinteresada ayuda a personas sin hogar, al punto de darles ropa y comida. Y no contento con ello, colaboraba activamente en los comedores populares. De hecho, era practicante de las obras de caridad materiales y espirituales.
Sus semanas incluían el compartir tiempo con personas mayores. Además, ahorraba su mesada para destinarla en ayuda a personas necesitadas, pues sentía una profunda empatía por el sufrimiento de los demás.
El caso de Pier Giorgio es profundamente conmovedor. Hijo de una familia especialmente acomodada, sufría interiormente por el estilo de vida en casa en contraste con el dolor que percibía en los pobres de su región.
El dinero que le daban en el hogar para sus gustos, ropa y cuestiones personales lo destinó por completo a la adquisición de cada vez más bienes: empezó con cosas menores y llegó a tener hasta carbón para llevar a los barrios más pobres.
Sus amigos le bromeaban llamándolo “Transporte Frassati”, porque se convirtió en una especie de distribuidor de artículos, razón por la que solía estar incluso tiznado. Lo que la mayoría desconocía es que eran entregas gratuitas, por amor a los más necesitados.
La vida de Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati no fue aislada. Ambos tenían un amplio círculo de amigos sobre los que incidían de forma positiva, convirtiéndose a lo largo de su vida en una inspiración de santidad.
A Carlo le reconocen su carisma, su amabilidad y una fe profunda. Además, tenía una notable habilidad para conectar socialmente y hacía amigos con facilidad. Era un chico con una capacidad extraordinaria para atraer a otros hacia Jesús a través de su ejemplo.
Frassati, por su parte, tenía un simpático grupo de amigos. Le ayudaba el hecho de que era un apasionado del deporte y la vida al aire libre. Le encantaban los paseos a la montaña y en general el alpinismo.
De alegría contagiosa, Pier funda el grupo de los “Chicos Fastidiosos” quienes le llamaban “Robespierre”. Era una forma amena y divertida de compartir momentos mientras organizaban viajes y bromas.
Ninguno de los chicos nació en el seno de familias católicas practicantes, si bien eran creyentes. Y aquí hay un elemento coincidente en las vidas de Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati que resulta especialmente conmovedor.
Carlo logró encender de fuego el corazón de su mamá, doña Antonia Salzano, a quien ella hoy le reconoce su profunda conversión. En efecto, más tarde dirá: “A través de él, comprendí la importancia de la eucaristía, entendí que en el Santísimo Sacramento está la presencia real de Dios… Y este fue el descubrimiento más grande de mi vida”.
Pier Giorgio, por su parte, logrará lo que muchos consideran su primer y más lindo milagro: la conversión de su padre.
Y es que tras la repentina poliomielitis que cerró los ojos del jovencito a sus 24 años de edad, su papá acabó profundamente sacudido al ver los testimonios de amor y gratitud de interminables ríos de gente necesitaba para saludar al chico.
No lo entendía. Conmovido y entre lágrimas llegó a decir sobre el que creía un vago: “no conocí a mi hijo”, pues vio llegar a personas de todas partes de Italia, que se acercaron para agradecer a Dios por el alma caritativa de este chico que les ayudaba en silencio.
Grandes chicos, modelos de santidad e inspiración viva, Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati han sido patronos de eventos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Frassati con los peregrinos de la JMJ en Sydney en 2008 y también en la edición de Cracovia en 2016.
Mientras que Carlo Acutis lo fue como patrono de la JMJ de Lisboa en 2023 y más recientemente en el Congreso Eucarístico Nacional de Estados Unidos en 2024.
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