San Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, fue asesinado mientras celebraba Misa el 24 de marzo de 1980 por un francotirador, con la complicidad y colaboración del gobierno mismo. Monseñor Romero era crítico de la injusticia en ese país, y por lo tanto, el Estado lo consideraba un peligro.
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“En los años setentas la polarización en Centroamérica fue causa de prolongadas guerras civiles acicateadas por la Guerra Fría. Ser católico en El Salvador era motivo de sospecha. Bastaba con practicar las obras de caridad, ocuparse de los pobres y procurar la paz. Ante la situación de injusticia grave hubo quienes se metieron a militar en movimientos populares, ganándose el infundio de ‘guerrilleros'”, asegura Jorge Traslosheros, especialista en Historia Judicial de la Iglesia Católica.
En ese ambiente, hizo presencia el arzobispo Óscar Arnulfo Romero. Monseñor Romero denunció la situación de violencia e injusticia que sufrían los salvadoreños y también la polarización provocada por rebeldes y oligarcas. Romero llamó a la razón orientado por la fe, con un discurso articulado por el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.
El 24 de marzo de 1980, entre las 18:00 y las 19:00 horas, fue asesinado en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia —renombrada en 2021 como ‘Capilla Martirial San Óscar Arnulfo Romero, Obispo y Mártir’— mientras celebraba Misa. De acuerdo con los informes de balística, había 50 metros de distancia entre el francotirador y Monseñor Romero; el fusil que se utilizó era un calibre 25, ocupado en la caza de animales, y el disparo le generó una hemorragia que le quitó la vida en segundos. El audio de ese momento quedó grabado, puedes escucharlo aquí.
Más de 40 años después, aún no queda claro quién ordenó matar a Óscar Romero, aunque gracias a dos testimonios —uno de Amado Garay, quien trasladó al francotirador y otro de Álvaro Saravia, quien supervisó la operación— se sabe que fue una conspiración en la que intervino un escuadrón de la muerte, con la participación tanto de militares como de civiles.
De acuerdo con la Comisión de la Verdad, creada con auspicios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aunque se desconoce quién fue el autor intelectual, se sabe que el ex-Mayor Roberto D’Aubuisson fue el responsable de dar la orden de asesinar a Mons. Romero.
Según un retrato hablado ofrecido por el chofer Garay, el militar Marino Samayoa habría sido quien jaló el gatillo del fusil. Garay relata haber visto desde afuera del templo a un sacerdote dando Misa y luego oyó un disparo; entonces vio al hombre que minutos antes había llevado hasta la puerta de la Capilla del Hospital de la Divina Providencia sosteniendo el fusil en sus manos. Asegura que el olor a pólvora inundaba el ambiente.
San Óscar Arnulfo Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, vivió una infancia junto a sus otros hermanos en un entorno acentuado por la sencillez, la humildad y el fervor a la Virgen María y Dios, como se afirma en datos biográficos.
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Fue ordenado sacerdote en 1942 y arzobispo, en 1977; San Romero de América nació el 15 de agosto de 1917. Sus valores morales que, sumados a los votos sacerdotales de pobreza y obediencia, sellaron el destino del más universal de los salvadoreños.
Fue reconocido como mártir por odio a la fe y beatificado en El Salvador hasta 2015. Fue canonizado por el Papa Francisco el 14 de octubre de 2018.
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