José Gregorio Hernández, quien fuera mejor conocido en Venezuela como el “médico de los pobres”, será beatificado en Caracas el próximo 30 de abril, mediante una ceremonia que será presidida por el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede y antiguo Nuncio Apostólico de dicha nación.
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La beatificación de José Gregorio Hernández, cuya fiesta litúrgica será el 26 de octubre -fecha de su nacimiento-, se llevará a cabo en el Estadio Universitario de la Universidad Central de Venezuela, casa de estudios en la que se graduó, fue profesor, investigador e innovador de la medicina en el país.
Fue el 19 de junio de 2020 cuando el Papa Francisco autorizó el decreto promulgado por la Congregación de las Causas de los Santos en el que se solicitó la beatificación de José Gregorio Hernández, quien en su país natal era conocido por ayudar con sus conocimientos y servicios a las personas más necesitadas.
Sobre este acontecimiento de gracia para el pueblo venezolano, monseñor Baltazar Porras, Arzobispo de Mérida y Administrador apostólico de Caracas, señaló que la noticia llega en un momento oportuno por la pandemia de Covid-19, que en dicha nación ha dejado hasta el momento más de 1500 fallecidos.
Monseñor Baltazar Porras explicó que el 30 de abril los oficios religiosos se celebrarán en todas las regiones de Venezuela, y cada diócesis del país recibirá un relicario del nuevo beato, mientras se prepara otra celebración -aún sin fecha definida-, que se llevará a cabo en la población andina de Isnotú, estado Trujillo, donde nació Gregorio Hernández en el año de 1864.
José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919), originario de Isnotú, en el estado andino de Trujillo, se graduó en la carrera de Medicina en Caracas, Venezuela, y profundizó sus estudios en París, Berlín, Madrid y Nueva York.
Se convirtió en profesor universitario y científico: fue uno de los primeros en introducir el microscopio en Venezuela y fundó la Cátedra de Bacteriología en la Universidad de Caracas.
Una fe viva lo acompañaba siempre: para él la medicina era una misión, sobre todo para los más necesitados. Daba consultas sin costo a las personas sin recursos y además les compraba las medicinas, por lo que comenzó a ser conocido como el “médico de los pobres”.
José Gregorio tenía una fuerte vocación religiosa: en un principio quería ser monje y se fue a Italia en 1908, donde entró en la Comunidad de Certosa di Farneta, en la provincia de Lucca. Sin embargo, tuvo que volver a casa por razones de salud. Lo intentó de nuevo algunos años más tarde, comenzando los estudios teológicos en el Colegio Pío Latinoamericano en Roma, pero se enfermó nuevamente.
Comprendió que Dios lo estaba llamando a la vida laical, y se convirtió en Terciario Franciscano, de modo que, como san Francisco de Asís, reconoció el rostro de Jesús en cada enfermo.
El llamado “médico de los pobres” trató a los pacientes con valentía durante la epidemia de fiebre española. El 29 de junio de 1919, mientras iba a la farmacia a comprar medicinas para una anciana, fue atropellado por un coche y llevado al hospital, donde recibió la Unción de los Enfermos. Murió diciendo estas palabras: “¡Oh, Virgen Santa!“.
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