Iglesia en el mundo

Día Internacional de la Paz: Encíclicas que relatan la importancia de la paz

La paz entre todos los pueblos ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad, decía el Papa Juan XXIII, cuando dio a conocer su octava Encíclica Pacem in Terris, el Jueves Santo 11 de abril de 1963, documento que es una herencia valiosa y espiritual que va acorde con las palabras del ángel, en Belén, cuando nació Cristo y lo anunciaba a los pastores aquella noche invernal: Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Posteriormente, el Papa Paulo VI, el 1 de enero de 1968, estableció la Jornada Mundial de la Paz para que la Iglesia lo celebrara en todo el mundo, con la intención de que esta festividad fuera anual, -como en efecto ha ocurrido-, y con la intención de que esta fecha marcara en los inicios del calendario civil el camino de la existencia cotidiana.

“Pensamos que esta propuesta interprete las aspiraciones de los pueblos, de sus gobernantes, de las entidades internacionales que intentan conservar la paz en todo el mundo, de las instituciones religiosas tan interesadas en promover la paz, de los movimientos culturales, políticos y sociales que hacen de la paz su ideal, de la juventud –en quien es más viva la perspicacia de los nuevos caminos de la civilización, necesariamente orientados hacia un pacífico desarrollo, de los hombres sabios que ven cuan necesaria sea hoy la paz y al mismo tiempo cuan amenazada”, decía el Santo Padre en su mensaje inicial.

Leer: ‘La paz esté con ustedes’, ¿qué debemos entender por paz?

“La Iglesia Católica, con intención de servicio y de ejemplo, quiere simplemente lanzar la idea con la esperanza que no sólo el más amplio asentimiento del mundo civil, sino que tal idea encuentre en todas partes múltiples promotores, hábiles y capaces de expresar en la Jornada de la paz, a celebrarse al principio de cada nuevo año, aquel sincero y fuerte carácter de humanidad consciente y redimida de sus tristes y funestos conflictos bélicos, que sepa dar a la historia del mundo un desarrollo ordenado y civil más feliz”.

Jornada Mundial de la Paz.

En este mensaje inaugural de estas jornadas, el Papa Paulo VI citó la Encíclica del Papa Juan XXIII : Pacem in Terris, señalando que “es necesario educar al mundo para que ame la paz, la construya y la defienda, contra las premisas de la guerra que renacen y contra las insidias de una táctica de pacifismo que adormece al adversario o debilita en los espíritus el sentido de justicia, del deber y del sacrificio, es preciso suscitar en los hombres de nuestro tiempo y de las generaciones futuras el sentido y el amor de la paz  fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor”.

Años después de esta iniciativa pontificia, en 1981, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el Día Internacional de la Paz el 21 de septiembre, y dos décadas más tarde, la Asamblea General decidió por unanimidad designar este Día: jornada de no violencia y de alto el fuego.  

San Juan Pablo II habla de la paz en sus Encíclicas Redemptor hominis, Laborem exercens, Slavorum apostoli, Dominum et vivificantem, Sollicitudo tei sociales, Redemptoris maater, Centecimus Annus, Evangelium vitae y Ut unum sint. Además, pronunció incontables discursos y homilías en la que se pronunció por la paz, incluso, ante el Foro de las Naciones Unidas, y cuando estalló la Guerra del Golfo Pérsico pronunció su célebre frase que los responsables tendrán que responder ante la historia y ante Dios. Además, estableció las Jornadas interreligiosas de Asís con el fin de rezar por la paz en el mundo, y en busca de un mayor entendimiento.

El Papa Emérito Benedicto XVI también habló en Naciones Unidas donde destacó la importancia de los Derechos Humanos, entre ellos, la libertad religiosa, y el Papa Francisco destacó el derecho a la salud pública, como una de las condiciones para alcanzar la paz en la familia humana.

Carlos Villa Roiz

Estudió Periodismo y Comunicación Colectiva en la UNAM. Con 30 años de experiencia en periodismo, se ha especializado en la cobertura religiosa, trabajando en Televisa S.A. y Televisión Azteca. En 1997, recibió el Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas de México. Ha realizado reportajes en cuatro continentes, incluyendo coberturas significativas como el Jubileo del año 2000 en Roma, los funerales de Juan Pablo II, el viaje de Juan Pablo II a Tierra Santa y el Encuentro Mundial de la Juventud en Sydney. Fue Jefe de Prensa durante el VI Encuentro Mundial de las Familias en México. Además, ha colaborado en publicaciones como Época, Última Moda e Impacto, donde mantiene columnas sobre cultura religiosa. Ha escrito varios libros, entre ellos "El Agua del destino" y "Popocatépetl: Mito, ciencia y cultura". También es comentarista en programas de radio.

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