La Capilla del Hospital de la Divina Providencia o Capilla del Hospitalito, en la ciudad de San Salvador, fue el lugar donde fue asesinado san Óscar Romero el 24 de marzo de 1980, fue uno de los arzobispos más importantes de la historia reciente y destacó por su lucha a favor de la justicia social y en contra de la pobreza.
Pero desde el pasado 24 de marzo de 2021, en el marco del 41 aniversario del martirio de este santo, este lugar cambió de nombre y se convirtió oficialmente en la Capilla Martirial San Óscar Arnulfo Romero, Obispo y Mártir.
San Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, fue asesinado mientras celebraba Misa el 24 de marzo de 1980 por un francotirador, con la complicidad y colaboración del gobierno mismo. Monseñor Romero era crítico de la injusticia en ese país.
En el altar de esta capilla ahora se encuentra la leyenda: En este altar Mons. Óscar A. Romero ofrendó su vida a Dios por su pueblo.
El arzobispo de San Salvador no vivió rodeado de ningún lujo. El diario El Faro narra que los últimos dos años y medio de su vida vivió en los terrenos del Hospital Divina Providencia, a cargo de las Carmelitas Misioneras de Santa Teresa.
“El mobiliario de su dormitorio-oficina era parco: un colchón individual, un viejo escritorio sobre el que descansaba una máquina de escribir, un gavetero, su infaltable radio-grabadora y una fea mecedora metálica. Lo más cercano al lujo que había en ese hogar era una hamaca, que a Monseñor Romero le gustaba cruzar de esquina a esquina en el cuarto de la entrada”, señala el diario.
El santo oficiaba Misa en la que se conocía como la Capilla del Hospitalito.
La noticia del cambio de nombre de la Capilla la dio a conocer en ese momento monseñor Rafael Urrutia, párroco de la iglesia Óscar Arnulfo Romero en San Salvador, antes llamada Iglesia La Resurrección, quien escribió una carta al santo con motivo del 41 aniversario de su martirio.
Este día la Iglesia ha querido honrar la Capilla del Hospitalito, el lugar de su martirio, con un nuevo nombre, explicó.
“Ya no se llamará más Capilla del Hospital Divina Providencia, sino Capilla Martirial San Óscar Arnulfo Romero, Obispo y Mártir, aunque siga enclavada en el corazón mismo del Hospital Divina Providencia, lugar donde Usted decidió irse a vivir junto a los enfermos que por sus sufrimientos corporales le hacían presente a Jesucristo crucificado, en quienes se apoyaba con sus oraciones y sacrificios”.
“Era lunes 24 de marzo de 1980 y el reloj marcaba las 6:20 de la tarde. Usted celebraba con su habitual devoción y ternura la Santa Misa (…) Dios en su infinito amor lo llamó al martirio y su sangre se unió, a la hora el ofertorio, a la sangre de Cristo derramada para la salvación de los hombres”, escribió monseñor Urrutia en al misiva.
En la misma carta, recordó lo difícil que fue para el santo ser Arzobispo, con una Iglesia sacudida por los vientos nuevos del Concilio Vaticano II, y por un mundo tan cambiante, lleno de injusticias y de violencia. “Tuvo que enfrentar exigencias internas y externas”.
Monseñor Rafael Urrutia, quien lo conoció en persona, también dedicó palabras de cariño al santo: “Hoy quiero contarle Monseñor que aquel puñado de novicias imberbes, se volvieron mayores como yo y lo recuerdan con cariño. Cuidan de sus cosas, sus reliquias, con celo y valentía”
“Gracias, Monseñor, por estar siempre aquí, por ayudarme a caminar mi historia recordándome que “debo ser siempre como Jesús”. Por favor no se olvide de rezar por nuestra Iglesia de El Salvador. Esté siempre muy cercano al Papa Francisco y cuide de él”.
Más de 40 años después, aún no queda claro quién ordenó matar a san Óscar Romero, aunque gracias a dos testimonios —uno de Amado Garay, quien trasladó al francotirador y otro de Álvaro Saravia, quien supervisó la operación— se sabe que fue una conspiración en la que intervino un escuadrón de la muerte, con la participación tanto de militares como de civiles.
De acuerdo con la Comisión de la Verdad, creada con auspicios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aunque se desconoce quién fue el autor intelectual, se sabe que el ex-Mayor Roberto D’Aubuisson fue el responsable de dar la orden de asesinar a Mons. Romero.
Según un retrato hablado ofrecido por el chofer Garay, el militar Marino Samayoa habría sido quien jaló el gatillo del fusil. Garay relata haber visto desde afuera del templo a un sacerdote dando Misa y luego oyó un disparo; entonces vio al hombre que minutos antes había llevado hasta la puerta de la Capilla del Hospital de la Divina Providencia sosteniendo el fusil en sus manos. Asegura que el olor a pólvora inundaba el ambiente.
San Óscar Arnulfo Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, vivió una infancia junto a sus otros hermanos en un entorno acentuado por la sencillez, la humildad y el fervor a la Virgen María y Dios, como se afirma en datos biográficos.
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Con información de Vatican News
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