El Papa Francisco aprobó este jueves 21 de enero el Decreto que reconoce las virtudes heroicas, primer paso para la beatificación, del francés Jérôme Lejeune, médico provida que en 1959 descubrió la anomalía cromosómica causante del síndrome de Down.
Jérôme Lejeune era amigo del Papa Juan Pablo II, que en 1997, durante una visita pastoral a Francia, acudió a orar ante su tumba, situada en el cementerio de la localidad de Chalo-Saint-Mars, a cincuenta kilómetros al sur de París.
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Lejeune nació el 13 de junio de 1926 en Montrouge (Francia) y murió en París el de 3 abril de 1994. Padre de cinco hijos y ferviente católico, fue un líder del movimiento provida.
La anomalía cromosómica “Trisomia 21” descubierta por Lejeune permite el diagnóstico precoz del síndrome de Down, pero él siempre rechazó la opción del aborto para impedir el nacimiento de niños afectados por ese problema.
Este jueves, el Sumo Pontífice autorizó promulgar los Decretos relativos al martirio del Siervo de Dios, Giovanni Fornasini, sacerdote diocesano asesinado por odio a la Fe, en San Martino di Caprara, Italia, el 13 de octubre de 1944.
Además, el Papa Francisco ha autorizado la promulgación de los Decretos relativos a las virtudes heroicas de los religiosos Siervos de Dios, Michele Arcangelo María Antonio Vinti, sacerdote diocesano, Ruggero Maria Caputo, y Mary Joseph of Jesus, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Santísima Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Aunado al reconocimiento del laico Lejeune, el Santo Padre ha autorizado también la promulgación de los Decretos relativos a las virtudes heroicas de los files laicos Siervos de Dios, Santiago Masarnau Fernández, el seminarista Pasquale Canzii, y Adele Bonolis, fundadora de las Obras de Asistencia y Redención Socia.
El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios, la segunda beato y la tercera santo.
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona fallecida a la que se reconoce “haber vivido las virtudes de manera heroica”.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, y para que sea canonizado, es decir, elevado a santo, se precisa un segundo milagro obrado “por intercesión” después de ser proclamado beato.
Con información de EFE y Vatican News
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