Por Andrea Tornielli/ Director del Dicasterio Vaticano para la Comunicación
Para comprender las razones y el sentido profundo de la decisión de autorizar las peregrinaciones a Medjugorje por parte de Francisco, es útil releer algunos pasajes de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, el documento que traza la ruta de su pontificado.
En ese texto el Papa recordaba que “en la piedad popular se puede captar la forma en que la fe recibida se ha encarnado en una cultura y sigue siendo transmitida”. También recordaba, citando las palabras del Documento Final de la Conferencia de Obispos Latinoamericanos en Aparecida, que “el caminar juntos hacia los santuarios y participar en otras manifestaciones de piedad popular, llevando consigo también a los hijos o invitar a otras personas, es en sí mismo un acto de evangelización”. “No coaccionemos ni pretendamos controlar esta fuerza misionera”, concluía el Pontífice.
Es un hecho que millones de peregrinos en los últimos años hayan vivido una significativa experiencia de fe visitando Medjugorje: así lo atestiguan las largas filas de los confesonarios y las adoraciones eucarísticas vespertinas en las grandes iglesias parroquiales sin un metro cuadrado libre de fieles arrodillados.
“Creo” que “en Medjugorje hay gracia. No se puede negar. Hay gente que se convierte”, había dicho el Papa dialogando en 2013 con el Padre Alexandre Awi Mello, mariólogo y ahora Secretario del Departamento para los Laicos, la Familia y la Vida. En esa entrevista, transformada en un libro (Es mi madre. Encuentros con María, Ediciones Città Nuova), Francisco ponía en guardia ciertamente contra el protagonismo de los videntes y de la multiplicación de los mensajes y secretos. Pero sin olvidar nunca los frutos positivos de la experiencia de las peregrinaciones. En el prefacio de ese libro, el teólogo argentino Carlos María Galli había escrito: “Para Francisco lo más importante es la fe mariana del ‘pueblo santo y fiel a Dios’, que nos enseña a amar a María más allá de la reflexión teológica. Como hijo y miembro, como cualquier otro, del Pueblo de Dios, Bergoglio –Francisco – participa del sensus fidei fidelium y se identifica con la profunda piedad mariana del pueblo cristiano”.
Es precisamente por esta razón que, se sigue estudiando el fenómeno de Medjugorje y sin pronunciarse sobre la autenticidad de las apariciones, el Papa se propuso cuidar de aquellos que se enfrentan a las dificultades del viaje para ir a orar a ese lugar. Por eso había querido un enviado permanente, un Obispo colaborador de la Santa Sede, encargado justamente del cuidado pastoral de los peregrinos.
Y por esta razón decide ahora ir más allá de lo que fue declarado hace más de veinte años por la Congregación para la Doctrina de la Fe, que permitía las peregrinaciones a Medjugorje, pero sólo “de manera privada”. Ahora, en cambio, las diócesis y las parroquias podrán organizar y guiar esas peregrinaciones que son expresión de la piedad mariana del pueblo de Dios.
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