Alrededor de 113 millones de personas en 53 países del mundo experimentaron hambre extrema, también conocida como inseguridad alimentaria aguda, en 2018, de acuerdo con un informe presentado este martes conjuntamente por la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Cabe señalar que la cifra de 113 millones es ligeramente inferior a los 124 millones de personas de 2017. Sin embargo, el número de personas en el mundo que padecen estas crisis alimentarias se ha mantenido por encima de los 100 millones en los últimos tres años, y el número de países afectados va en aumento.
Pero no solo eso. Otros 143 millones de personas en otros 42 países están solamente a un paso de tener que enfrentarse al hambre aguda, de acuerdo con el reporte.
Casi dos tercios de las personas que padecen hambre extrema se encuentran en sólo ocho países: Afganistán, Etiopía, Nigeria, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Sudán, Siria y Yemen, y en 17 países, el hambre extrema se mantuvo o aumentó.
Los desastres climáticos y naturales fueron un detonante que llevó a otros 29 millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda en 2018. Y es necesario resaltar que 13 países –entre ellos Corea del Norte y Venezuela– no están incluidos en el análisis debido a la falta de datos.
De acuerdo con la clasificación del informe, la inseguridad alimentaria aguda se produce “cuando la incapacidad de una persona para consumir alimentos adecuados pone en peligro inmediato su vida o sus medios de subsistencia”.
El hambre crónica, en cambio, aparece “cuando una persona es incapaz de consumir suficientes alimentos para mantener un estilo de vida normal y activo durante un período prolongado”.
El informe ha servido también como un enérgico llamado a una cooperación para prevenir y responder a las causas del cambio climático, las crisis económicas, los conflictos y desplazamientos de población, así como la mitigación de los conflictos y la paz sostenible.
“Del Informe Mundial se desprende claramente que, a pesar de una ligera disminución en 2018, la cifra sigue siendo demasiado elevada. Debemos actuar a gran escala, vinculando el desarrollo humanitario y la paz para aumentar la resiliencia de las poblaciones vulnerables afectadas. Para salvar vidas, tenemos también que salvaguardar los medios de subsistencia”, dijo el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.
“Para poner fin de verdad al hambre extrema, debemos atacar sus causas profundas: los conflictos, la inestabilidad y los efectos de las crisis climáticas. Los niños y niñas deben estar bien alimentados y educados, las mujeres deben estar realmente empoderadas y las infraestructuras rurales deben reforzarse para poder alcanzar el objetivo del Hambre Cero. Y algo que necesitamos hagan también los dirigentes mundiales: estar a la altura de las circunstancias y ayudar a resolver estos conflictos, ahora mismo”, agregó el Director Ejecutivo del PMA, David Beasley.
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