A trece años de su nacimiento, en el hogar de Joel ha habido de todo, excepto espacio para el aburrimiento; y es que por las complicadas condiciones de salud en que vino al mundo, poco tiempo han tenidos sus papás para el ocio. Sobre todo por la discapacidad visual de aquel pequeño que, apenas atravesando el canal de parto, tuvo que comenzar a luchar por sobrevivir en un mundo sin colores, pero con mucha Luz, la Luz de Dios que lo ha guiado hasta hoy.
Para los padres de Joel, la llegada del pequeño le quitó todo lo plano a la vida: les trajo lágrimas, pero también muchas risas; les trajo apuraciones, pero también momentos de paz y armonía; les trajo dolores de cabeza, pero al igual muchas satisfacciones, y les trajo rutinas obligadas, pero también muchas sorpresas, como la ocurrida hace dos años, la cual dio un giro a su vida, pues fue la puerta de entrada a nuevas y muy buenas amistades:
Al salir de sexto año, por ejemplo, no se le permitió participar en el vals, pues la profesora y algunas madres de familia consideraron que eso de estarlo guiando restaría brillo al baile de graduación. Aunque Joel en un principio se quedó muy triste, posteriormente recibió una gran sorpresa: unas amiguitas de la familia llegaron a su casa para bailar con él el vals, lo cual puso punto final a aquella mala experiencia.
Por otra parte, entre las cosas buenas que le han ocurrido en estos dos años, Joel fue integrado como violinista segundo en la Orquesta Sinfónica Esperanza Azteca -una iniciativa de Fundación Azteca y la Orquesta de las Américas-, aunque su instrumento favorito es el piano, el cual toca todos los días, si está alegre, si está triste; si se levanta inspirado o con un poco de apatía; si quiere tocar alguna pieza o simplemente practicar un rato.
El piano que utiliza ahora fue un obsequio de un hombre a quien él quiere mucho, y quien además cubre el costo de sus clases de música. No es su familiar como tal, pero Joel cariñosamente le llama “tío”. Se trata de un hombre de origen libanés llamado Rony Akiki, quien siente un amor profundo por la Virgen María, y le gusta mucho el tema de “María mírame”, con el que Joel se hizo viral.
Joel hoy tiene muchos sueños, y todos los días se esfuerza por que un día se hagan realidad: en primer lugar, quiere dedicarse a la afinación de pianos, pero también se imagina tocando el piano o el violín en algún escenario lleno de gente.
Como sucede con la mayor parte de los adolescentes, Joel ha tenido crisis de fe, que sin embargo al final le hace acudir más a Dios. Y también algunos comportamientos rebeldes, especialmente con su abuelita, pero no pasan de pequeñas discusiones porque ambos se quieren mucho y además se complementan de una manera muy hermosa: como su abuelita ya no puede caminar, Joel a menudo dice que él es como sus pies, pues corre a acercarle cualquier cosa que necesita, y que ella es como sus ojos, porque le describe todo lo que él no puede ver.
Para Joel su familia es su más preciado tesoro, ahí es donde aterriza siempre su corazón. Platica Joel que cuando su video se hizo viral, comenzaron a llegar algunos medios de comunicación a su casa queriendo encontrar en torno a él una historia dramática o dolorosa, pero se fueron decepcionados porque lo que hallaron fue a un niño alegre, rodeado de amor por cuatro flancos: su abuelita, su madre, su padre y Dios, quienes hasta hoy siguen siendo su fuerza e inspiración.
Joel no puede ver a su mamá, pero le gusta tocar su rostro, su cabello, sus manos; el sentido del tacto le dice que es una mamá es una mujer muy bonita. Por otra parte, está seguro de que es una mujer muy fuerte, quien lo aguanta todo por amor:
“Y es que mi nacimiento fue muy difícil -platica Joel-. A mi papá lo llamaron del hospital y le dijeron: ‘¡Venga, porque su esposa va a morir!’”. Sin embargo, a trece años de aquella complicación que la puso en riesgo de muerte, doña Lucina sigue de pie y luchando por sacar adelante a Joel, quien opina que su mamá que “es como un roble que se alza en el bosque y que lo aguanta todo”.
Por su Papa, Joel siente mucha admiración, pues es un hombre ejemplar, que no se cansa de trabajar para sacar adelante a la familia. Joel recuerda el día en que su papá enfermó de apendicitis y el gran miedo que sintió de que fuera a morir en el hospital.
Aquella vez él se tuvo que quedar en casa de su tía -refiere Joel-, y ya en cama comenzó a soñar un sueño muy bonito: en ese sueño pasaba la Virgen María como caminando hacia él, era una Mujer muy hermosa, y él lo que hizo fue pedirle su intercesión para que Dios sanara a su papá. Tres días después, Joel se hallaba agradeciendo a la Virgen y a Dios que su papá hubiera sido dado de alta en el hospital.
Finalmente, Joel aconseja a todos los niños y jóvenes acudir a Dios en todo momento, sobre todo cuando tengan dudas o crisis de fe, porque Él siempre tiene la mejor respuesta.
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