Su abuela fue quien le habló de Dios y lo enamoró de Jesucristo, asegura el diácono Luis Antonio García, de 28 años, próximo a ordenarse como sacerdote en la Basílica de Guadalupe.
“Mis papás optaron por dejarnos decidir libremente en cuestiones de fe. Yo fui bautizado porque yo así lo quise, y también involucré a mis hermanos”, recuerda el futuro sacerdote.
“Fue mi abuelita quien comenzó a motivarme a creer y asistir a Misa, a participar de los Sacramentos y a escuchar la Palabra de Dios (…) Ella me inculcó la fe, me motivó y me animó”.
Aunque su abuela murió dos años antes de que ingresara al Seminario Menor para estudiar la preparatoria, con 16 años, Luis Antonio tiene claro que fue gracias a ella que encontró el camino para seguir a Jesucristo.
El último año prestó su servicio como diácono en el Seminario Conciliar, en el área de Pastoral Vocacional y Pastoral Juvenil.
“Tengo claro que Dios es misericordioso, que a pesar de que nosotros respondemos con un sí a su llamado, es Él quien toma la batuta, es Dios quien te propone su voluntad y nosotros la seguimos. Estoy agradecido porque ha sido misericordioso conmigo”.
“Me motiva mucho imaginar la Cantamisa (primera Misa de un sacerdote), pero me motiva más saberme amado por Dios”.
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