En entrevista para Desde la fe, Édgar Vivar, el actor que diera vida a inolvidables personajes del “Chavo del 8”, como el ‘Señor Barriga’, el ‘Ñoño’ o el ‘Botija’, habla sobre el tema de la amistad, una relación humana que -como él señala-, en el sentido más estricto de la palabra tiene su génesis en la palabra “amor”, lo cual implica necesariamente un compromiso recíproco.
A lo largo de su vida, Édgar Vivar ha conocido a incontables amigos, pero entre los más significativos se encuentran obviamente los que conformaban el elenco del “Chavo del 8”. Y aunque con todos ellos tenía excelentes relaciones de amistad, había algunos con quienes convivía más.
Desde que fue llamado a participar en el programa, a inicios de la década de los setenta, Édgar Vivar procuró llevarse bien con todos; sin embargo, por afinidades o circunstancias de la vida, durante los primeros años tuvo una amistad inseparable.
“Con el que más convivía entonces -dice- era con Ramón Valdez (‘Don Ramón’), pues los dos vivíamos en el sur de la ciudad. Mi mamá lo quería mucho. Era muy gracioso, mucho más de lo que se le podía ver en la pantalla; siempre muy divertido, siempre lleno de anécdotas, pero además muy respetuoso”.
Cuenta que, una vez que Ramón Valdez se separó de programa, la convivencia con Rubén Aguirre (el ‘Profesor Jirafales’) se volvió más estrecha; salíamos todo el tiempo a comer juntos a algún restaurante. Recuerdo que siempre me preguntaba: “¿Qué aventura culinaria me tienes programada hoy?”.
En cuanto a la amistad que tuvo con María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina), señala que también la tuvo con su esposo, y que con ellos hizo muchos viajes entrañables, ya fuera a Las Vegas u otros destinos en el extranjero. “Y es que en verdad -señala-, no cuesta trabajo llevarse bien con la gente; es una decisión personal. Uno busca las afinidades, pero también se pueden respetar diferencias. Con buena voluntad, no hay diferencia que no se pueda sobrellevar.
Con la misma Angelines Fernández (la ‘Bruja del 71), se llevaba muy bien. Aunque con ella ocurría algo muy particular -platica Édgar Vivar-: “Angelines venía de Europa, era española y por su educación era una mujer reacia; es decir, no era una persona que demostrara sus afectos fácilmente, pero cuando decía ‘Soy tu amiga’, era realmente una amiga. Al igual, llegué a tener con ella una amistad muy entrañable, conversaciones muy hermosas; me contaba de su trayectoria profesional en España, donde trabajó con grandes figuras de la escena española, ya desde antes de la Segunda Guerra Mundial”.
“Hoy que he estado evocando a cada uno de ellos, sobre todo a los que ya no están, siento que lo más hermoso es lo que dejaron, lo que uno les dejó, la huella mutua, el intercambio de momentos, de situaciones, de experiencias”.
Finalmente, señala que en Roberto Gómez Bolaños (el ‘Chavo’) encontró una de las mejores amistades de toda la vida. “Yo siempre he pensado que su amistad era como ponerle pausa a un compact disc: cuando ya no estábamos grabando el programa y nos veníamos eventualmente, nos despedíamos y era como dejar todo en pausa, ahí dejábamos el disco detenido. Pasaba el tiempo, nos volvíamos a ver y era como quitarle la pausa al aparato, como retomar lo que habíamos dejado pendiente”.
Señala que con Roberto Gómez Bolaños platicaba largamente. “Era una persona que sabía escuchar, que tenía tópicos de conversación toda la vida, y además teníamos muchas cosas afines”.
Édgar Vivar platica que en la primera etapa del “Chavo del 8”, Roberto Gómez Bolaños, o “Chéspirito” como era conocido por todo mundo, tenía una fe muy profunda, fervorosa, que lo llevó a componer canciones elegiacas muy hermosas.
“En ese entonces, Roberto hizo canciones como “Óyelo, escúchalo”, dedicada a Jesús; o “Hermano Francisco”, que compuso en honor a san Francisco de Asís, u otra que se llamaba “Quisiera haber sido un pastor”, una canción bellísima en la que habla sobre que él quisiera haber estado en el nacimiento de Jesús.
Édgar Vivar dice no saber a qué se debía aquel fervor religioso de su amigo “Chespirito”; pero esa fe se veía reflejada en su trabajo. “No digo que después ya no tuviera fe, sí la tenía, pero al principio era muy evidente”.
A diferencia de aquellas épocas, actualmente en televisión abierta muy poco se habla de Dios. “Y es que -dice-, hoy se considera políticamente incorrecto; la piel del pueblo se ha hecho muy delgada, y se considera que hablar de Dios puede lastimar a otros; por eso es que la gente prefiere ya no manifestar sus creencias”.
En cuanto a la fe propia, aunque siempre fue creyente, Édgar Vivar hoy se considera un católico profundamente convencido, sobre todo a partir de las tromboembolias pulmonares que sufrió hace algunos años y que lo mantuvieron en terapia intensiva: la primera fue en Cusco, Perú, de donde viajó de emergencia hacia México, y llegando al país sufrió el segundo infarto pulmonar.
Cuando se restableció, el médico le dijo que había tenido mucha suerte por seguir vivo, pero que ya tenía que buscarse un cambio de vida, un nuevo modo de sustento, pues ya no podría actuar. Él, por su parte, le dio las gracias por el diagnóstico, pero esperaba un diagnóstico de “más arriba”.
“Fue entonces que, estando solo en una habitación, en terapia intensiva, lleno de tubos por todos lados, le dije a Dios: “Si tú quieres, yo puedo”. Y hasta ahora ha querido. Viví en ese entonces una epifanía muy hermosa; y hoy sé que Él está ahí, y me hace sentir muy tranquilo, muy sostenido, muy confortado”.
Como es sabido, Édgar Vivar dio vida al ‘Señor Barriga’, aquel personaje dueño de la vecindad a la que llegaba fatigado por el sobrepeso, y además de ser víctima de las travesuras del ‘Chavo’ o la ‘Chilindrina’, se encontraba siempre con nuevas excusas de ‘Don Ramón’ para no pagarle la renta.
Pero no sólo Édgar Vivar dio vida al ‘Señor Barriga’ con ingenio y talento; el ‘Señor Barriga’ también infundió vida a Édgar Vivar con las enseñanzas del propio personaje. “De lo primero que me enseñó el personaje fue a ser tolerante: el ‘Señor Barriga’ podía dejar pasar que ‘Don Ramón’ le debiera catorce meses de renta. Pero además, en realidad el ‘Señor Barriga’ era alguien muy generoso: no buscaba tanto que ‘Don Ramón’ le pagara la renta, sino que ‘Don Ramón’ trabajara.
De hecho -platica-, fuera de cámaras Roberto Gómez Bolaños le hablaba de la naturaleza del personaje, un personaje casi surrealista, casi inverosímil, dispuesto siempre a dejar pasar el pago de los meses de renta por parte de ‘Don Ramón’, quien hacía mal todo o que se proponía hacer, fuera ropavejero, pintor o yesero; contrario a la perfección que representaba el ‘Señor Barriga’ con su manera de obrar. “Y era el contraste de ambos personajes -refiere Édgar Vivar-, lo que daba el tono de comedia, lo que provocaba la hilaridad, lo que hacía detonar las risas”.
“Lo segundo que me dejó el ‘Señor Barriga’ es a tener optimismo a pesar de todas las circunstancias. De hecho, esa era una característica de todo el programa. Otro ejemplo de optimismo es el ‘Chavo’, quien era sumamente optimista a pesar de no tener nada, ni siquiera un barril porque el que estaba ahí pertenecía a la vecindad”.
Finalmente, Édgar Vivar habla de el episodio del ‘Chavo del 8’ que le pareció el más triste de todos, y también del más alegre.
En cuanto al primero -señala-, fue uno en el que, por cierto, él no participó, y en el que al ‘Chavo’ se le imputa un robo. “En ese episodio todos tratan al ‘Chavo’ de ladrón; es muy cruel eso, provoca un sentimiento de conmiseración, una identificación con el desvalido, con el que ha sido acusado injustamente. Todos los acusadores le llaman “¡ladrón!”, mientras que la reacción del ‘Chavo’ es pedir a Dios que el verdadero ladrón se arrepienta. Y entonces el ‘Señor Hurtado’ se arrepiente y devuelve lo robado.
En cuanto al episodio que a su juicio fue el más alegre de todos, Édgar Vivar no duda en señalar que es en el que todo el vecindario viaja a Acapulco, y en el que, por cierto, el ‘Señor Barriga’ invita al ‘Chavo’ a ir también. “Fue el más bonito, en primer lugar porque fue el único programa en el que salimos del contexto de la vecindad; fuimos todo el elenco. Y en segundo lugar, porque fue una convivencia muy linda, uno de los últimos capítulos donde estuvimos todos. Poco tiempo después salió del programa Carlos Villagrán y posteriormente también Ramón Valdez. Pero en aquel viaje hubo números musicales, hubo muchas anécdotas, mucha convivencia y mucha amistad”.
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…
Su reino es un misterio que inicia muy dentro del corazón de cada persona y…
Esta web usa cookies.