El diagnóstico era totalmente desolador: la niña moriría antes de nacer, o de hacerlo, solo viviría unos minutos nada más. Ante este pronóstico, para el día del parto, el matrimonio de Israel Coronado y María Moreno estaban preparados para recibir y despedir a su bebé, lo que incluía el bautizarla de inmediato.
Llegado el momento, el padre de la menor tomó el agua de Fátima que un grupo de amigos le hizo llegar, y en cuanto nació la bautizó con el nombre de Loreto, en el mismo quirófano, ante la expectación del cuerpo médico integrado por 10 personas.
“Estábamos preparados y fue un momento súper bonito. Se hizo un silencio sepulcral en el quirófano”, recordó con emoción María Moreno en entrevista con ‘ECCLESIA’, mientras observaba a su marido cargando a su pequeña.
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De acuerdo con los diagnósticos médicos, la vida de Loreto era científica y clínicamente imposible, desde que en el embarazo, a raíz de una ecografía que se le realizó a las 16 semanas, le detectaron una holoprosencefalia, enfermedad que provoca que el cerebro del embrión no se divida en los dos hemisferios, lo que causa una malformación importante en el bebé con graves consecuencias.
“Dios me concedió poder decir ‘vale, la esperanza de vida que el Señor quiera’. El proceso fue complicado y duro, era esperar sin esperanza”, comentó María Moreno.
Loreto nació prematuramente a las 30 semanas de gestación con una malformación en el cerebro, y cada segundo de su vida sigue asombrando a los médicos, pues ya ha cumplido tres meses.
“Su vida es un milagro. El diagnóstico era que la niña no naciera o que, si lo hacía, no viviera más que unos minutos”, explica Israel Coronado.
“Además, en las ecografías de Loreto iba cada vez peor”, explica María Moreno, su madre, quien indicó que debido al estado de desarrollo de su tálamo, ni siquiera sabían si iba a poder respirar.
“Nos llegaron a decir que iba a vivir segundos”, recordó en la entrevista que se realizó en el estudio de televisión. Pero esos primeros segundos sumaron minutos, que se convertirían en horas, días, y ahora ya en tres meses.
Luego del nacimiento de Loreto y de recibir el Bautismo por parte de su padre, las cosas comenzaron a mejorar. Contra todo pronóstico la recién nacida comenzó a comer ayudada por una jeringuilla, minutos después pudo conocer a sus hermanos y pasado un tiempo “se le empezó a tratar como un prematuro más”.
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Los médicos todavía no saben qué pronósticos hacer, dado que Loreto todavía tiene que afrontar las malformaciones y las consecuencias de su nacimiento prematuro, pero ante estas adversidades el matrimonio ha estado muy apoyado por sus familias y las comunidades donde viven su fe.
“Hemos tenido un ejército de personas que han rezado cuando nosotros ya no podíamos más. Hemos sentido el poder de esa oración”, indicó la madre.
Ambos padres estaban preparados para lo peor, pero no para disfrutar como un regalo cada segundo de vida de su hija. “Cada día que pasamos con ella es maravilloso. Los médicos no se equivocaron, la niña tiene holoprosencefalia. El diagnóstico es ese y sigue siéndolo. Pero esta niña se ha salido de las estadísticas”, puntualizó Israel.
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