La pasión de Juan Manuel Cotelo por contar historias surgió a los 16 años, cuando un periodista visitó su preparatoria para hablar de su carrera profesional. En ese instante decidió estudiar periodismo, aunque su camino lo llevaría eventualmente al séptimo arte.
“De niño amaba la biología; sin embargo, tuve un amor repentino por contar historias, y es algo que me ha durado hasta ahora. Me convertí en director de cine sin haberlo planificado; me he dejado llevar por Dios”, dice el director español en entrevista.
Cotelo ejerció como periodista, pero las dudas sobre si ése era su verdadero camino iniciaron al conocer a una investigadora rumana, catedrática de literatura de la Universidad de Salamanca.
“Sin gran interés cubrí su conferencia. Cambió mi vida porque habló del verdadero sufrimiento, no de un dolor de muelas, sino el que se vive cuando no se tiene qué comer, el de no tener libertad de culto o cuando se vive durante muchos años en un campo de concentración”.
Por ello, apenas tuvo oportunidad, viajó a Rumania para empaparse más sobre la forma de vida de aquella nación. Encontró gente cálida, hospitalaria, llena de amor, y sobre todo de fe, algo que, asegura el director, le faltaba en su vida y le sigue faltando a la humanidad.
“Las historias que encontré daban para una película. Hice el guión y busqué a los expertos para que la produjeran y dirigieran, pero me encontré con un rotundo no; así que, de repente, me convertí en productor, guionista y director de mis propias películas”, dice a Desde la fe.
Adentrándose en estas historias de vida se encontró con Dios y su verdadera misión: hablar de Él y del Evangelio. “He aprendido que el amor que recibes de Dios no es para ti solamente; es decir, primero llega a tu vida y luego te lanza en misión”, dice el director de Tierra de María.
Al principio, asegura, que hablar de Dios y el Evangelio fue una idea a la que se resistió, pero Él fue poniendo en su camino a las personas, los medios e incluso las herramientas para montar su casa productora Infinito+1 y su Fundación Infinito, que brinda ayuda a personas necesitadas en los países donde se exhiben sus películas.
El objetivo que Juan Manuel Cotelo se plantea al escribir, producir y dirigir una película, no es hacerse millonario, o tener fama internacional o ganar un Óscar, sino que, a través de las historias pueda ayudar a alguien a cambiar su vida.
“Hacer dinero o llenarme de premios no es mi meta, esos son objetivos chiquitos. Mi trabajo lo comparo con la cocina, ¿qué esperas de un buen platillo?, en primer lugar, que huela bien, se vea bien, sepa excelente y sea nutritivo. Pero si me das buena nutrición, sin sabor, sin aroma, entonces nadie se lo va a comer”.
Señala que no le gusta el término de “cine de valores”, pues todas las películas los transmiten, ya sean de violencia, de amor o de dibujos animados. Por lo que, al cuestionarlo sobre el nombre que le daría a su cine, lo define como películas de amor, esperanzadoras y el Evangelio hecho vida en las personas.
Asegura que el gran problema para llevar a cabo cualquier proyecto es la falta de amor, no de dinero.
“Cuando haces las cosas sin amor no sabes para qué o por qué lo haces, ese es el auténtico cáncer. Cuando hay amor y confianza en Dios, todos los problemas pasan a un segundo plano”.
Comenta que el financiamiento es la dificultad más común que padecen los que quieren hacer cine; sin embargo, indica, no es ningún impedimento para realizar su trabajo. “No existe en todo el mundo una persona que tenga a sus inversionistas asegurados. Tampoco está garantizado el retorno de inversión, en ninguna película, ni siquiera en las de Hollywood”.
Lleva 10 años haciendo largometrajes y escuchando historias, las cuales se han vendido en 33 países y a Netflix. “Financieramente no hemos tenido ningún motivo de queja, de eso se encarga Dios. Y si hay alguien que se queje de forma constante, entonces le diría ‘no lo hagas’”, expresa el creador de El mayor regalo.
“No hago esto porque sea fácil, esto lo hago por amor, por pasión y lo quiero hacer de la mejor forma y por supuesto intentas que sea rentable”
La mayor satisfacción, dice, es cuando un espectador le comenta que una de sus películas le ha cambiado la vida, y eso significa que el objetivo se cumplió. Por último, asegura que todos sus proyectos lo han cautivado, ya que si una historia no lo atrapa desde un inicio, no la realiza.
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