Historias de Fe

Carmelitas Descalzas: una vida entre la oración y la miel

Lo que hace 20 años se presentó como un problema en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Tláhuac, pronto se convertiría en una verdadera bendición para las religiosas: centenares de abejas llegaron repentinamente y comenzaron a escarbar por todos lados y a acabar con el pasto. Ante esa situación, las hermanas llamaron a personal de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sagarpa) para que se las llevaran.

Sin embargo, los especialistas les propusieron darles asesoría para cuidarlas y aprovechar la miel y sus derivados. Fue así como las religiosas de la Congregación de Carmelitas Descalzas del Corazón Eucarístico de Jesús se iniciaron en la actividad apícola, con cinco colmenas formadas por las primeras abejas, de cuya miel han sacado derivados como el propóleo líquido y sólido, así como la jalea real, y elaborado diversos productos como jarabes para la tos, cremas para los labios, lociones astringentes, jabones, pomadas para el cutis, mermelada y granola endulzada, entre muchos otros.

La hermana Érica María, responsable de la labor apícola, comenta que después de los primeros productos, para los que recibieron asesoría de la Sagarpa, ellas echaron a andar la creatividad y comenzaron a hacer otros, como los chiles en chipotle con miel, o la mermelada de chabacano y miel, mismos que han tenido una gran aceptación por parte de los clientes.

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La más dulce enseñanza

Hoy la congregación cuenta con 30 apiarios o módulos, que, aunque no tienen cercos que los separen, son muy independientes entre sí. Cada apiario tiene sus propios árboles de donde liban las abejas y dan mieles con olores y sabores diferentes. Las que toman el néctar de los limoneros, por ejemplo, dan una miel con un sabor un tanto cítrico, y así cada miel adquiere el sabor de su floración, trátese de granados, manzanos, perales, chabacanos, duraznos, aceitunas o lavandas.

La hermana Érica María es la encargada de los apiarios del monasterio. Foto: Ricardo Sánchez

“¡Eso es una maravilla, como todo lo que vamos descubriendo de las abejas! –dice la hermana Érica María–. Ellas por ejemplo, con su polen hacen que la vegetación de cualquier región sea  más abundante. Pero su más grande enseñanza es el trabajo sin descanso. Santa Teresa de Jesús, nuestra fundadora, decía que debemos ser como las abejas, pues si uno se asoma a la piquera puede ver cómo salen y entran a una velocidad impresionante, pues están entregadas al trabajo. Y ya en un plano espiritual, así como ellas van por el néctar y vuelven pronto para procesarlo, nosotras debemos ir en busca de la Palabra, meterla rápidamente en nuestro corazón y procesarla en miel para ofrecerla a toda la gente de nuestro alrededor”.

Las religiosas salen una vez al año a vender sus productos, por lo general en noviembre, y su otro modo de venta es con personas de la zona que ya los conocen y acuden a adquirirlos; pero jamás venden a una sola persona grandes cantidades de un producto, pues los precios que manejan no son para obtener ganancias, sino para ofrecer un servicio a la gente y poder mantener la actividad, sobre todo para bien de los pobres.

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Lo primero, la oración

En los 30 apiarios del monasterio, hay dos tipos de abejas: las carniolas y las italianas; de las africanas se han deshecho cada vez que se presenta una “africanización”, pues si bien son trabajadoras, también son muy agresivas y pueden atacar por cientos a las personas. “Aun así, las otras llegan a picarnos, sobre todo en el tiempo de la cosecha, pero no pasa del piquete y del dolor, que también llega a ser una bendición por sus efectos curativos”, comenta la religiosa.

A pesar de que la actividad apícola ha dado identidad al monasterio, ésta no es la principal misión de las Carmelitas Descalzas del Corazón Eucarístico de Jesús, sino la de estar en oración constante y adorar todos los días al Santísimo Sacramento; “Si no oráramos, no podríamos rendir en nuestro trabajo. Es decir, que nosotras nos movemos entre la oración, la adoración y la miel que nos regala nuestro amado Señor”.

Las religiosas aprendieron a elaborar diversos productos con miel. Foto: Ricardo Sánchez

Una del anecdotario

“Cierta vez pasaba por aquí una jovencita, cuando una abeja fue tras ella, le picó el dedo anular y se le hinchó horrible. Vino aquí a gritos, porque se casaba al día siguiente y el anillo ya no le iba a quedar. Le hicimos aquí las curaciones con productos de abeja y santo remedio… Ojalá le haya ido muy bien en su matrimonio”, dice entre risas la hermana Érica María.

Otras actividades:

Además de dedicarse a elaborar productos a partir de la miel, las hermanas de la Congregación de Carmelitas Descalzas del Corazón Eucarístico de Jesús, elaboran otros productos como el rompope y el limoncello, así como repostería; asimismo hacen costuras a los ornamentos de los sacerdotes. Si te interesan algunos de sus productos puedes comunicarte con ellas al 55-1070-3026.

Vladimir Alcántara Flores

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.

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