La Iglesia católica se comenzó a formar a orillas del Mar de Galilea, cuando los hermanos San Andrés y San Pedro dejaron sus redes para seguir a Jesús convirtiéndose en los primeros apóstoles; un momento relevante sería cuando el Señor le dijo a Pedro: “sobre esta roca edificaré mi Iglesia (Mateo 16; 18)” y otro de similar importancia tuvo lugar el Jueves Santo, cuando creó dos sacramentos: el sacerdocio y la Eucaristía.
Tras la muerte, resurrección y ascensión al cielo de Jesús, el mismo día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles que estaban encerrados en un lugar de Jerusalén, ellos comenzaron a predicar en diferentes lenguas dando así inicio la Iglesia misionera, y desde el primer sermón público de San Pedro, comenzó a ser perseguida y cuestionada, sin embargo, desde ese momento, también se dieron las primeras conversiones, bautismos y milagros realizados a nombre de Jesucristo.
En poco tiempo, la Iglesia católica tuvo su primer mártir; San Esteban, que fue lapidado frente a Saulo, quien se dispuso a perseguir a los cristianos en la ciudad de Damasco, donde tuvo su inexplicable conversión, tras haber recibido la revelación de Jesucristo.
Después de la muerte de San Esteban, ese mismo día, -la Biblia refiere- “comenzó una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén, y todos menos los apóstoles se dispersaron por las regiones de Judea y de Samaria.” Hechos (8; 1) “Algunos tuvieron que huir a Fenicia, Chipre y Antioquía” (Hechos 11; 19), así pues, los seguidores de Jesús se dispersaron.
Fue en Jerusalén donde tuvo lugar la primera Iglesia, y allí mismo, también tuvo lugar el primer concilio de los apóstoles que discutieron con Pablo ya converso sobre si se debería circuncidar a los no judíos que fueran bautizados, como lo refiere el libro de Los Hechos (15; 1-21)
San Pablo predicó entre los no judíos y en Antioquía, “por primera vez se les dio a los discípulos el nombre de cristianos” Hechos (11; 26).
El libro de los Hechos narra que Pablo recorrió gran parte de lo que hoy son Siria, Turquía y la isla de Malta, antes de que fuera apresado y llevado a Roma, y que escribió cartas a varias comunidades de cristianos que había establecido fuera de Jerusalén, entre ellas: a la Iglesia de Corinto, Gálatas, Éfeso, Macedonia, y la de Colosas, aunque esta no la había fundado.
La Iglesia comenzó a cruzar fronteras y a extenderse por el mundo, y así, San Andrés, por ejemplo, fue martirizado en Patras, al occidente de Grecia; Santo Tomás en la India; San Mateo en Etiopía; Judas estuvo en Armenia e incluso, de acuerdo con la tradición, los restos del apóstol Santiago se encuentran en España.
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