Decenas de católicos se dieron cita este lunes 8 de julio en el corazón del barrio bravo de Tepito para celebrar una gran fiesta de “Vida”, en la que los invitados de honor fueron la Santísima Virgen María y Jesucristo.
Se trata de las llamadas “Misas de la vida”, que se han venido celebrando desde hace 20 años en la esquina de Alfarería y Panaderos, los días 8 de cada mes, con la finalidad de promover el culto al Dios de la vida, y no a la muerte.
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Fue en 2004 cuando las “Misas de la vida” las comenzaron a celebrar, por petición de los mismos vecinos, varios sacerdotes que desempeñaban su ministerio en Tepito y en la colonia Morelos, entre ellos, el padre Sergio Román del Real (de feliz memoria) y el padre Julián Álvarez.
Hasta hace un año y medio, todavía las celebraban los padres Fortunato Cruz y Abraham Parra, entre otros, y hoy es el padre Juan Pedro Herrera del Razo quien coordina esta iniciativa con los sacerdotes de las parroquias cercanas.
“Ya se habían dejado de hacer, pero es un buen momento para retomarlas y acompañar a toda esa gente que todavía tiene fe en el Dios de los vivos, en el Dios que predicamos”, dice el sacerdote Herrera del Razo, quien tiene escasos nueve meses de haber llegado a esta parroquia de la Divina Institución, cerca de la estación del metro Tepito.
El sacerdote explica que se eligió el 8 de cada mes por la fiesta de Cristo Salvador que en Tepito se celebra el 8 agosto, así como por la memoria del dogma la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, y de la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre.
El padre Herrera del Razo apunta que cerca del lugar donde se celebra la “Misa de la vida” hay un altar en el que cada primero de mes se le da culto a la muerte, pero no nunca ha ocurrido algún roce entre los devotos de ésta y los católicos, pues existe respeto.
Suelen acudir a esta celebración entre 50 y 100 personas. La Misa la preside una imagen de la Virgen de Guadalupe, que se encuentra en una pequeña ermita construida en ese lugar.
La idea -explica el padre- es que cada mes puedan acudir los sacerdotes del octavo decanato de la IV Zona Pastoral de la Arquidiócesis de México, y demás sacerdotes que así lo deseen.
El sacerdote confía en que los párrocos de la zona se puedan ir turnando para atender a esta gente que se niega a darle culto a la muerte y que quiere seguir creciendo en su fe católica.
“Mi intención es poder llevar a cabo yo la celebraciones, estar siempre presente, y pues que los demás padres que puedan acompañarme, lo puedan hacer”, dice.
Las “Misas de la vida” son un signo de esperanza en el barrio bravo, donde el pan de cada día es la venta de droga, los asaltos, el tráfico de armas, la desintegración familiar, la delincuencia; por ello, han sido los propios vecinos los que piden a la Iglesia la celebración de la Eucaristía.
A estas celebraciones acuden fieles de las parroquias aledañas como Cristo Rey, Sagrado Corazón de Jesús, La Concepción Tequipehuca, San Francisco de Asís, Divina Institución y la Parroquia de San Sebastián Mártir.
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