Miles de personas participaron el pasado sábado 20 de enero en la Peregrinación Anual de la Arquidiócesis de México a la Basílica de Guadalupe, entre ellos, un grupo de nueve reclusos que, por cuestiones de seguridad, no caminó de la Ex glorieta de Peralvillo al Tepeyac, sino que esperó en Santuario Mariano la llegada del contingente.
Estos nueve reclusos se encuentran purgando una condena en la Comunidad Especializada para Adolescentes “Dr. Alfonso Quiroz Cuarón” de la Ciudad de México, pero en un acto de confianza del Sistema Penitenciario hacia la Pastoral Penitenciaria de la Arquidiócesis de México, les fue otorgado un permiso especial para poder participar.
“Para nosotros, ellos son parte de la Iglesia al compartir nuestra fe y son los destinatarios de nuestra misión”, explicó a Desde la fe el responsable de la Pastoral Penitenciaria de la Arquidiócesis, fray Juan Manuel Hernández Rodríguez.
Mientras el contingente arquidiocesano avanzaba por Calzada de Guadalupe, los jóvenes reclusos ingresaron directamente la Basílica de Guadalupe, en punto de las 09:50 horas, en medio de algunas medidas de seguridad, y fueron instalados en una de las capillas altas, con una vista privilegiada de la Imagen Sagrada.
Una vez que el recinto comenzó a abarrotarse con fieles de las siete vicarías en que está dividida la Arquidiócesis de México, inició el rezo del Santo Rosario, en el que también participaron los jóvenes privados de su libertad, así como en la Santa Misa, que fue presidida por el cardenal Carlos Aguiar Retes, sus Obispos Auxiliares y miembros de los venerables cabildos, de Guadalupe y Metropolitano.
Fran Juan Manuel Hernández explicó que el haber concedido los permisos a los nueve reclusos, el Sistema Penitenciario del Gobierno de la CDMX muestra la confianza que le tiene la Arquidiócesis de México, pues la Pastoral Penitenciaria deseaba fervientemente que en la peregrinación anual hubiera esta presencia significativa de quienes están privados de su libertad.
De acuerdo con el testimonio de “Iván” (nombre ficticio para proteger su identidad), el estar en la Basílica de Guadalupe lo hizo sentir especial:
“Me siento alguien especial, al sentir la paz que brinda la Virgen. Por primera vez siento que no estoy solo, sino que alguien me acompaña. Al salir, quiero seguir estudiando y trabajando por la derecha, para cuidar de mi familia. Le pedí a la Virgen de Guadalupe que cuide muchísimo a mi familia, especialmente a mi abuelito que está muy grave. Siento mucha emoción, mucha adrenalina volver a salir, y salir a un lugar tan especial. No hay palabras que puedan describir, tú me entiendes. Después de tres años encerrado, me siento con muchas emociones”.
Los otros jóvenes también expresaron su emoción con las siguientes palabras:
“Estuvo chido”. “Sentí mucha paz”. “Fue muy chido poder darme el rol para visitar a la Madrecita”. “La experiencia estuvo genial”. “Sentí muy bonito”. “Estuvo buena la visita”. “Quedé impresionado, fue mi primera vez”. “Estuvo padre: diez de diez”.
Para fray Juan Manuel Hernández, los jóvenes presos es una población complicada; sin embargo, gracias a los agentes de Pastoral Penitenciaria, cada vez son más los reclusos los que participan de las actividades que organiza la Iglesia.
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