“Al hacerse uno de nosotros, Jesús nos enseñó a corresponder hasta el límite del extremo al amor que nos tiene”, aseguró.
Vladimir Alcántara
Como parte de los oficios de Semana Santa, este 30 de marzo, en la Basílica de Guadalupe, el Arzobispo de México, Card. Carlos Aguiar Retes, presidió la Celebración Litúrgica de la Pasión y Muerte del Señor, misma que consta de tres partes: Lectura de la Palabra de Dios y oración de los fieles, Adoración de la Cruz y Comunión Eucarística. En compañía de sacerdotes y miembros del Cabildo Guadalupano, el Card. Aguiar Retes ingresó en silencio al recinto para postrarse ante el altar sin cruz, sin candeleros y sin mantel, frente al que la comunidad también se hincó como parte de esta ceremonia en la que se conmemora la muerte de Cristo.
Tras la Lectura de la Palabra, el Arzobispo de México habló sobre los cánticos del profeta Isaías, quien, siglos antes de Cristo, anunció los padecimientos y glorificación de Jesús. Dijo que estos cánticos nunca fueron entendidos ni interpretados por los exégetas, y es que –consideró– “sólo a la luz de la Encarnación de Jesucristo, a la luz de su Pasión, Muerte y Resurrección, quedó de manifiesto lo que decía el profeta Isaías”.
Señaló que para muchos es inconcebible que Dios, siendo el Creador omnipotente, haya venido a encerrarse dentro de las limitaciones del se humano; sin embargo, el testimonio de quienes lo vieron con sus propios ojos, y lo transmitieron con tal emoción, convicción y determinación, ha hecho posible que hasta nuestros días prevalezca ese maravilloso intercambio de Dios con el hombre, su creatura predilecta.
Dijo que Dios, al hacerse uno de nosotros, nos enseñó a corresponder hasta el límite del extremo al amor que nos tiene, a ese amor del Padre que nos ha creado, que nos ha dado la vida y que nos tiene convocados para toda la eternidad, para estar en comunión con Él.
El Arzobispo de México externó que nadie puede negar que sólo una mente como Dios haya podido diseñar el proyecto de la creación; “no hay otra explicación, no puede venir de la nada lo que tan maravillosamente camina”. Pero ese regalo maravilloso de la creación –dijo– no fue suficiente para que volviéramos la vista a ese Dios creador, y le correspondiéramos en gratitud y amor, por lo cual se hizo indispensable la Encarnación, con el fin de enseñarnos el camino de la redención, para ayudarnos en todas nuestras situaciones humanas, y tener siempre la Luz para superarlas.
Finalmente, el Card. Aguiar Retes invitó a la comunidad a releer los textos de la Pasión, y a contemplar a ese Jesús que aceptó la voluntad del Padre, de entregarse hasta la muerte, y muerte en cruz, por amor a nosotros. “Meditemos estos textos, y entendamos que la Encarnación de Dios mueve nuestro corazón a corresponder a su amor. Él quiere que, desde la libertad, le digamos cuánto lo amamos, y ejerzamos ese amor en el servicio a los demás, para que encontremos todos el camino de la vida, el camino de la eternidad”.
Así, previo a la Comunión, se llevó a cabo la Adoración de la Santa Cruz —centro de esta celebración—, en la que la Cruz fue presentada ante la comunidad, para después ser venerada por los presentes, empezando por el Card. Carlos Aguiar, quien se hincó y la besó, seguido por presbíteros, diáconos y por toda la comunidad.
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