En junio serán ordenados siete nuevos sacerdotes y cuatro diáconos de la Arquidiócesis de México. Foto INBG
El 28 de junio, a las 17:00 horas, en la Basílica de Guadalupe, el Cardenal Carlos Aguiar Retes conferirá el orden sacerdotal a siete diáconos transitorios de la Arquidiócesis Primada de México.
Los futuros presbíteros son: Santiago Adame Alemán, CCR Fernando Barra Hernández, César Augusto Garibaldi Pélaez, Miguel Ángel González Romero, Juan Adrián Vargas Martínez, Ricardo Vidales Figuera, Francisco I. Ybarra Añorve, HVE.
La celebración tendrá lugar a los pies de la Virgen de Guadalupe, como signo de entrega y consagración de su ministerio sacerdotal que asumirán al servicio del pueblo de Dios.
Asimismo, el próximo 18 de junio, también a las 17:00 horas y en la misma Basílica, se llevará a cabo la ordenación diaconal transitoria de varios seminaristas, entre ellos Jorge Fernando García Aceves, Luis Ignacio Lozano Cobos, Jorge Saúl Salazar Romero, todos Cruzados de Cristo Rey y Diego José Zepeda Martínez.
Ambas celebraciones marcan un momento significativo para la vida eclesial de la Arquidiócesis, fortaleciendo el ministerio ordenado y renovando el compromiso de evangelización en la Ciudad de México.
La vocación sacerdotal es una llamada interior que algunas personas perciben como una invitación de Dios a entregar su vida al servicio del Evangelio y de la comunidad. Responder a esta llamada implica una entrega profunda a la fe, una vida centrada en la oración, y un compromiso firme con el servicio pastoral dentro de la Iglesia católica.
El sacerdote es un servidor de Dios y de los fieles. Su misión incluye la celebración de los Sacramentos —como la Eucaristía, el Bautismo y la Reconciliación—, la predicación de la Palabra, la guía espiritual de las comunidades y el acompañamiento personal en momentos de alegría, crisis o sufrimiento. Es, en muchos sentidos, un puente entre lo divino y lo humano.
Abrazar esta vocación requiere de un proceso de discernimiento serio y constante, que suele iniciarse con una experiencia personal de fe y continúa con una formación integral en seminarios o centros teológicos. En estos espacios, los futuros sacerdotes profundizan en la teología, la espiritualidad, la pastoral y el conocimiento humano, preparándose para ejercer un ministerio que exige entrega, humildad y amor por la Iglesia.
La palabra “diácono” significa “servidor”. Esta figura fue instituida por los apóstoles en la Iglesia primitiva para atender a las necesidades concretas de la comunidad, especialmente a las viudas y a los huérfanos en Jerusalén.
Existen dos formas de ejercer el diaconado: el transitorio y el permanente. El diaconado transitorio es una etapa previa a la ordenación sacerdotal, mientras que el permanente corresponde a quienes, por vocación, servirán como diáconos durante toda su vida.
El Sacramento del Orden se recibe en grados: primero se ordena diácono, luego presbítero, y eventualmente algunos son llamados al episcopado como obispos. Cada etapa representa un paso en el camino del servicio y la entrega al Pueblo de Dios.
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