Desde muy pequeña la madre Paula Alcántara, de la Congregación de las Hermana Oblatas del Santísimo Redentor, se reveló a los usos y costumbres que prevalecían en su familia y decidió, contrario a las indicaciones de su padre, dejar a la familia para refugiarse en un convento y cumplir su sueño: estudiar.
Luego de alcanzar una enseñanza básica, en 1949, a la edad de 19 años, la joven Paula tomó los votos como parte de la Congregación de las Misioneras del Sagrado Corazón; 25 años después decidió cambiar de rumbo para integrarse a las Hermanas Oblatas, donde ha permanecido 50 años.
La madre Paula recordó que cuando era niña su mayor deseo era aprende, pero se enfrentó a dos problemas: por un lado, el hecho de que no había una escuela en su pueblo, La Loma, cerca de Temascalcingo, Estado de México; por el otro que su papa decía que los únicos que podía estudiar eran los hombres, porque las mujeres “se van a casar y que las mantenga el marido”.
“Entonces este yo fui a otro pueblo y ahí había niñas pequeñitas que sabían leer y yo quería aprender a leer, por eso inicié en la primera Congregación para aprender a leer y así fui adelantándome y aprendiendo y por eso en adelante me tocó trabajar muchos años en misión con indígenas y gracias a Dios me fui superando”, indicó la religiosa de 94 años de edad.
Con el paso del tiempo y ya integrada a la congregación de las Hermanas Oblatas, en 1989 llegó a la zona de la Merced, en la Alcaldía Cuauhtémoc, en donde junto con otras religiosas empezaron a trabajar y apoyar a mujeres vulnerables, pero en especial aquellas que se encontraban en situación de prostitución y trata con fines de explotación sexual.
“La ilusión de nosotras es enseñarles, no que dejen la actividad que tienen, sino enseñarles cómo deben defenderse. Esa es nuestra misión, que aprendan a defenderse porque no las vamos a sacar de ir, porque al quitarlas de ahí tenemos que darles para que se sostengan y eso es difícil, pero sí podemos darles los apoyos y prepararlas”, indicó la madre Paula.
Para celebrar los 75 años de la consagración de la madre Paula Alcántara, la Congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor del Centro Madre Antonia organizaron una santa misa en la Iglesia y Rectoría del Espíritu Santo, que presidió monseñor Francisco Javier Acero Pérez, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.
Durante su homilía, monseñor Acero Pérez agradeció la labor que la madre Paula realizó en la zona de la Merced, en donde enfocó su trabajo en ayudar y capacitar a las mujeres en situación de prostitución para contar con las herramientas necesarias para defenderse y recuperar su dignidad como personas.
El Obispo Auxiliar también reconoció el trabajo que llevan a cabo las mujeres que integran la vida religiosa, ya que con su labor enriquecen las diócesis, por lo que pidió “una disculpa a todas las mujeres que forman parte de ella, sobre todo por haber sido pisoteadas durante mucho tiempo por el machismo clerical que prevaleció en la Iglesia”.
Al hacer uso de la palabra durante la Santa Misa, la madre Paula Alcántara agradeció a Dios por permitirle cumplir 75 años de su ordenación y subrayó que fue muy feliz trabajando en la Merced desde 1989 para apoyar a las mujeres en situación de prostitución, pese a que durante mucho tiempo no se tomó en cuenta la labor que realizaban las religiosas por los más necesitados.
De la misma manera, indicó que ahora en que ya no puede realizar ese trabajo en la misión que tanto le apasionó, sigue apoyando a sus Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor por medio de sus oraciones para que sigan mirando el rostro de Jesús Redentor en cada una de las mujeres que se encuentran en situación de prostitución y trata con fines de explotación sexual.
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