El 31 de agosto, la Basílica de Guadalupe se llenó de fe y alegría con cientos de adultos mayores que celebraron el Jubileo de los Abuelos, un encuentro lleno de oración, gratitud y amor.
Con una Misa presidida por el Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México, se celebró este 31 de agosto el Jubileo de los Abuelos y Adultos Mayores en la Basílica de Guadalupe. Cientos de personas de la tercera edad, acompañadas por sus familias, acudieron para dar gracias a Dios y presentar sus peticiones a la Virgen María.
Durante su homilía, el Cardenal Carlos Aguiar Retes encomendó a los abuelos a la intercesión de Santa María de Guadalupe, pidiendo por la unión familiar y exhortando a las nuevas generaciones a escuchar las voces de sus mayores, portadoras de amor, experiencia y sabiduría.
“Auxílianos, Madre, para encender el fuego de nuestro corazón, afrontar las adversidades y ofrecer con nuestra vida un testimonio convincente de que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida”, expresó el Arzobispo Primado de México.
Al concluir la Santa Misa, los abuelos recibieron una grata sorpresa en el atrio, la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis preparó un set fotográfico para que las familias y los amigos se llevaran un recuerdo especial de este día. Entre fotografías, abrazos y sonrisas, los abuelitos compartieron con emoción cómo vivieron su Jubileo y la alegría de estar rodeados de sus hijos y nietos.
Francisca, acompañada de su hijo Juan Becerril, agradeció a la Virgen de Guadalupe por la vida y la salud de su familia, en especial de uno de sus hijos que acababa de ser intervenido quirúrgicamente de una pierna. “Es una alegría muy bonita para mí venir a la Basílica con mi familia; es algo maravilloso que Dios nos permite, y más aún que mi hijo haya podido salir de una cirugía tan complicada”, comentó.
Carmen, una abuela de 98 años, llevaba muchos años sin visitar a la Virgen, pero esta vez asistió acompañada de su familia. Para todos fue motivo de alegría que el Jubileo les brindara la oportunidad de reunirse y convivir, y aseguró que “estando con Dios lo tenemos todo: hijos, nietos, felicidad. Por eso vengo a dar gracias”.
Por su parte, Leticia y María Luisa, integrantes de Cáritas y amigas desde hace tiempo, acudieron juntas para acompañar a otros abuelos y animarlos a participar, además de llevarse su fotografía. “Este día queremos que los abuelos se dejen apapachar por sus hijos y nietos, porque ahora nos toca”.
El Jubileo, que se vivió en el atrio de la Basílica de Guadalupe, se desarrolló en un ambiente de comunidad. Algunos adultos mayores llegaron acompañados de amigos de toda la vida, celebrando la dicha de la amistad; otros asistieron con hijos y nietos; y algunos más acudieron en soledad, confiando en que la Virgen de Guadalupe siempre los acoge con ternura.
También los nietos quisieron expresar su gratitud por tener a sus abuelos presentes en sus vidas. María y Esteban, estudiantes de preparatoria, acudieron a la Basílica para pedir por su abuelita Hortencia, quien no pudo asistir porque está delicada de salud y permanece en casa bajo el cuidado de su familia.
“Hemos venido a la Basílica a pedir por mi abuelita Hortencia, a quien le cuesta un poco caminar, pero es muy devota de la Virgen. Gracias a ella nosotros también aprendimos a quererla y, por eso, hoy venimos a pedir por ella”.
Federico y Priscila, un matrimonio de Veracruz, viajaron a la Basílica de Guadalupe para agradecer a la Virgen y encomendar a un nieto que iniciará estudios en España. Ambos expresaron su orgullo, aunque confesaron que extrañarán al nieto que han visto crecer desde su nacimiento, pidiéndole a Santa María de Guadalupe su protección.
Otro matrimonio presente fue el de Alberto Barrera y María Reina Jiménez, quienes celebraban 50 años de matrimonio junto a sus hijos. Conmovido, Alberto compartió entre lágrimas que está muy agradecido con la Virgen, por lo que ha hecho por él. “Le agradezco a María Reina todo lo que ha hecho por mí. “Junto a ella hemos sacado a nuestros hijos adelante. Justo este día cumplimos 50 años y nos casamos también un domingo. Juntos hemos visto crecer a nuestros nietos, por eso lloro, por emoción”.
En cada testimonio, los abuelos recordaron que su vida sigue siendo un regalo tanto para sus familias como para la Iglesia. La Virgen de Guadalupe, Madre cercana y tierna, permanece como refugio de quienes han entregado su vida en amor, servicio y sacrificio. Entre oraciones, abrazos y recuerdos compartidos, este domingo se convirtió en un verdadero homenaje al corazón y la memoria de cada familia que son los abuelos.
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