Procesión del Señor de los Milagros en la Catedral Metropolitana de México: Foto Catedral Metropolitana
Cada 18 de octubre, la imagen del Señor de los Milagros sale de la Capilla de las Ánimas de la Catedral Metropolitana para recordar a los fieles su poder como signo de consuelo y esperanza. En México, la procesión celebra este año su 23º aniversario, con una misa criolla y un recorrido por la Ciudad de México que culminará en el Altar del Perdón.
La historia del Señor de los Milagros se remonta a 1650 en Lima, Perú, cuando un grupo de esclavos angoleños pintó la imagen de Cristo crucificado en un muro del barrio de Pachacamilla. Sobre esto, José Islas Castelán, capataz general de la procesión en México, explicó:
“Estos esclavos africanos, provenientes de diferentes tribus, pintaron la imagen del Cristo moreno en una pared, y con el tiempo esa pintura se convirtió en un símbolo de fe y esperanza para la comunidad”.
Tras varios terremotos, la única pared que permaneció intacta fue la que contenía la pintura, considerado por los habitantes un milagro. Islas Castelán comentó que en un principio, la imagen se conocía como el Señor de los Temblores, y con el paso de los años se consolidó la advocación del Señor de los Milagros, adoptando el color morado por revelación de la Madre Superiora de las monjas que la veneraban.
El origen del color morado se remonta al siglo XVII, cuando en el barrio de Pachacamilla, en Lima, surgió la Hermandad de las Nazarenas, integrada por mujeres devotas del Señor de los Milagros. Según la tradición, una de ellas recibió una revelación del Señor, quien le pidió vestir un hábito morado con un cordón blanco como signo de penitencia, humildad y conversión. Este gesto fue adoptado por toda la Hermandad y, con el tiempo, por los fieles que acompañaban la procesión.
El morado se convirtió en el símbolo visible de esta devoción, evocando la pasión de Cristo y la esperanza que renace en medio del dolor. Durante el llamado Mes Morado, los devotos visten este color con orgullo y recogimiento, como expresión de fe, sacrificio y unidad.
El milagro del Cristo Moreno motivó al virrey de Lima a ordenar la construcción de la iglesia de las Nazarenas, donde hoy se encuentra la pintura original, cerca del convento de Santa Rosa de Lima y frente a la casa natal de San Martín de Porres, comentó el capataz general.
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La devoción al Señor de los Milagros llegó a México en 2002, gracias a la iniciativa de la comunidad peruana residente en la Ciudad de México.
De acuerdo con José Islas, “Un grupo de peruanos acostumbraba a organizar procesiones con un cuadro pequeño del Señor de los Milagros, pero querían traer la imagen completa para que la comunidad pudiera venerarla como en Lima”.
Un devoto peruano, con negocios en el centro de la ciudad, se ofreció a gestionar la llegada del anda que incluye la imagen, su repisa y los portasantos con las figuras de Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres. Para encontrar un lugar donde resguardarla, acudió a la Catedral Metropolitana, donde el padre José de Jesús Aguilar gestionó con el deán de ese momento que la imagen se quedara en la Capilla de Ánimas, abierta solo en ocasiones especiales.
Desde entonces, la imagen del Señor de los Milagros ha salido en procesión anual cada octubre, manteniendo las tradiciones peruanas, como la vestimenta morada de los cargadores, la misa criolla y la entrega de niños al Señor de los Milagros para su protección.
Islas Castelán comenta que traer la imagen a México fue un acto de fe y de amor por nuestras raíces; hoy la procesión es un punto de encuentro entre devoción, tradición peruana y la comunidad católica mexicana”.
Este año, la celebración del Señor de los Milagros en la Catedral Metropolitana comenzará con una serie de actos litúrgicos y culturales que reflejan la profunda devoción de la comunidad peruana en México.
La procesión anual, que se realizará el 18 de octubre, iniciará a las 13:30 horas cuando la imagen recorra la ciudad desde el patio Juan Pablo II hasta la Capilla de Ánimas. Los cargadores visten el tradicional hábito morado, acompañado de pantalón, camisa, corbata y un peinado conforme a la costumbre, signo de respeto y unidad.
También se celebrará la Misa Criolla, interpretada por músicos peruanos con piezas emblemáticas de Chabuca Granda, así como la oración de cuadrilla, un momento de recogimiento previo a la procesión.
La salida de la imagen se realiza por la Puerta Santa, con tres venias y lanzamiento de cohetes, marcando el inicio solemne del recorrido. En un gesto profundamente identitario, en México se baila una marinera mientras la imagen está en hombros, expresión de alegría y amor al Señor de los Milagros que conserva la cultura viva del Perú.
Entre los momentos más emotivos está la entrega de los niños, una ceremonia en la que los pequeños menores de seis años son presentados al Señor, siguiendo una tradición muy querida en el país andino. Posteriormente, en el jardín de la Catedral, se lleva a cabo un evento con música y danzas peruanas, que cuenta con la participación de las autoridades de la Embajada y el Consulado del Perú en México.
Finalmente, la imagen permanecerá en el Altar del Perdón hasta el 8 de noviembre, en tanto se define su ubicación permanente dentro del recinto.
La devoción al Señor de los Milagros se caracteriza por la fe profunda en su intercesión y protección. Los fieles acuden a la imagen para pedir salud, protección ante enfermedades, fortaleza frente a dificultades personales y familiares, así como ayuda espiritual para mantener la fe y la esperanza en tiempos de crisis.
José Islas Castelán, capataz general de la procesión en México, señala que “Los devotos le piden principalmente consuelo y fortaleza en los momentos difíciles; muchos llegan a la procesión con intenciones de sanación para ellos mismos o sus familiares, y también para agradecer los milagros recibidos”.
En Perú, es común que las plegarias se acompañen de promesas o mandas, como vestir de morado durante la procesión, organizar misas, o participar en las cuadrillas de cargadores. Estas prácticas reflejan un compromiso personal con la fe y la comunidad, y se trasladan a México en la procesión anual.
En general, las peticiones al Señor de los Milagros no se limitan a necesidades materiales, sino que abarcan también el alivio espiritual, la reconciliación familiar y el fortalecimiento de la fe. Como comenta Islas Castelán:
“Cada persona que se acerca a la procesión trae su historia, sus luchas y sus esperanzas; la imagen se convierte en un punto de encuentro entre la devoción, la tradición y la confianza en Dios”.
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